Hasta antes de la presidencia de Trump se podía decir que la partitura de los gobiernos de Estados Unidos ya estaba escrita y que los presidentes eran los directores de orquesta, pero Trump actuó como elefante en cristalería. Hoy día se espera que la partitura sea interpretada por Biden, que no podrá sustraerse del ejercicio del poder dominante en favor de las empresas, que ha sido una política permanente, pero habrá derecho al pataleo.
Por ejemplo en 1972 EE.UU. reaccionó contra la creación de la Organización de Países Petroleros OPEP que subió los precios del petróleo que en ese entonces era de dos dólares el barril. Como Venezuela y Ecuador participaron en la OPEP fueron excluidos del sistema de rebajas arancelarias preferenciales, discriminación prohibida por las normas internacionales. Me consta que Ecuador pataleó durante 7 años para lograr el fin de esta discriminación que permitió que se venda sin aranceles flores y otros productos al mercado de EE.UU.
Cuando estaban por concluir las negociaciones de un tratado comercial del Ecuador con EE.UU., el presidente Alfredo Palacio intervino en la empresa petrolera Occidental y al otro día, en Tucson, el delegado de EE.UU. nos dijo que se suspendía “sine die” estas negociaciones en presencia de la inefable Embajadora Baki. Desde entonces el Ecuador no ha podido incluir ningún otro producto en las preferencias arancelarias de EE.UU., a un país que no admite razones políticas ni sociales sino el enfoque de que negocios son negocios.
También usa el mismo estilo para obtener situaciones de privilegio a las inversiones de EE.UU. Un ejemplo es lo que ocurrió cuando el gobierno de Rodrigo Borja decidió intervenir en la empresa Emelec porque su propietario de apellido Scopetta recibía el pago por el servicio eléctrico de Guayaquil pero no hacía inversiones de mantenimiento y solo sacaba las utilidades. Entonces vinieron a hablar con Borja unos legisladores de Florida a quienes Scopetta había financiado sus campañas electorales y el mismísimo Presidente Bush en julio de 1990, en la sala Oval, abogó por el levantamiento de la intervención en Emelec a lo que el presidente Borja no accedió.
Pero si es posible respetar y hacerse respetar con una diplomacia seria. Recuerdo que en 1988 la derecha del Ecuador había difundido la imagen que el gobierno de Borja iba a ser comunista, a tal punto que el presidente del BID, Enrique Iglesias me llamó para comentar que un subsecretario del Departamento de Estado había afirmado esta insidia. Entonces fuimos con Andrés Vallejo a aclarar las cosas y luego ya en el gobierno el presidente Borja pidió el traslado de dos embajadores de EE.UU. que habían intentado presionarle, posición que fue respetada por EE.UU. Luego con el trabajo de Diego Cordovez se estableció una relación cordial y franca que culminó con la invitación oficial a visitar a los Estados Unidos, donde fuimos alojados en la Blair House, diagonal a la Casa Blanca, porque Estados Unidos trata con respeto a los que no son anticomunistas gratuitos.