Tras varios meses de incertidumbre, el Gobierno estadounidense notificó a Emilio Palacio que le fue concedido el asilo y, como consecuencia, podía acceder a buscar un trabajo en Estados Unidos. Palacio fue editor de opinión de diario El Universo y su caso se volvió un emblema en la defensa de la libertad de expresión, que es seriamente amenazada en el Ecuador.
La condena a El Universo, a sus directivos y a Palacio, más allá del perdón presidencial, es una mancha que lastima el ejercicio de la libertad, algo esencial en un sistema democrático. Otros episodios complejos han caracterizado la actitud gubernamental en estos cinco años y casi ocho meses. Están, por ejemplo, el juicio a los periodistas que escribieron el libro ‘El Gran Hermano’, los insultos sabatinos y la guerra que desde el poder se instaló contra los periodistas independientes o contra quienes desde los medios de comunicación ejercen alguna crítica al Régimen o investigan en los entresijos de aquello que los poderes quieren mantener oculto.
El reciente asilo al fundador de Wikileaks, que busca ser convertido en un símbolo de la libre expresión, pinta de contrastes la actitud del Gobierno. Por un lado, con Assange se intenta simbolizar el respeto al ejercicio periodístico pero en el ámbito interno la situación ha sido muy distinta, y de esa diferencia han tomado nota la comunidad mundial y los medios libres del mundo.
Así como el Régimen ecuatoriano reclamó su atribución soberana en el caso Assange, del mismo modo el Gobierno estadounidense ha procedido en la concesión del asilo a Emilio Palacio. El periodista, desde su exilio, ha ofrecido seguir ejerciendo el periodismo; mientras la lucha por la libre expresión continúa.