Quizá fue Jorge Valdano, el exjugador argentino, campeón mundial en México 86, escritor y pensador de este deporte, quien dijo que “el fútbol es lo más importante de lo menos importante”. Quizá no pueda haber mejor definición porque es cierto que la vida no comienza ni termina con este deporte, pero cuánto ayuda a vivir bien.
Si bien los equipos pueden representar una fragmentariedad, pues cada uno es como el símbolo de una tribu, las selecciones nacionales representan la unidad. Nadie puede negar que Ecuador tuvo grandes momentos de unidad en dos momentos: los conflictos bélicos con Perú antes de la firma de la paz, y la Selección, sobre todo aquel histórico equipo que se clasificó por primera vez al Mundial de Corea-Japón 2002.
El caso de Argentina recientemente es un ejemplo de aquello. Este maravilloso país, que es un referente cultural y futbolístico del mundo, vive una profunda crisis económica, social. La división es tan fuerte que la han bautizado como “la grieta”. Sin embargo, el triunfo en el Mundial de Qatar les devolvió en algo el optimismo y las ganas de quererse entre todos. Pero, como el fútbol es apenas “lo más importante de lo menos importante”, ese título fue un bálsamo.
Por eso es importante que la FEF ya haya decidido formalizar el vínculo con el argentino Ricardo Gareca. Solo una contrariedad de última hora podrá impedirlo. La decisión parece la más acertada, no solamente porque está dentro de las posibilidades de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, sino porque es uno de los técnicos que conoce bien el fútbol de la región, sabe lo que son las eliminatorias y, además, es trabajador serio. Que Ecuador clasifique al próximo mundial y que tenga una buena Copa América, uno de los temas pendientes del equipo de todos.
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