Los resultados de las elecciones del 5 de febrero del 2023 trajeron más de una sorpresa para los habitantes de Guayaquil. El Partido Social Cristiano (PSC) se alistaba para un nuevo período en el Municipio y así alargar sus 31 años de gestión en la ciudad. Sin embargo, los electores optaron por un cambio drástico.
Desde el punto de vista político, Guayaquil opta por una visión que en teoría es totalmente distinta a la ejecutada por la derecha socialcristiana. Es innegable que la llegada, hace tres décadas, del PSC ayudó a mejorar las terribles condiciones en que estaba el Puerto Principal.
La ciudad estaba sumida en una crisis institucional que se traducía en una pésima gestión de servicios básicos para la población. Hubo inversión pública para mejorar las condiciones de vida de gran parte de la población. Uno de los trabajos fue mejorar el espacio público en los sitios de encuentro general. Así se recuperó el Malecón 2000, por ejemplo, a pesar de las críticas que tuvo en su momento y que se ha extendido hasta estos años.
El modelo escaló y se repitieron alcaldías. Era casi irrefutable el cambio de la ciudad. Pero también hubo errores que no han solucionado hasta ahora. Los servicios básicos, como el alcantarillado y agua potable, no se ha solucionado para el 100 por ciento de los habitantes. Tampoco se ha mejorado el tratamiento de las aguas servidas.
Un problema que ha crecido en los últimos años ha sido el de la recolección de la basura. De hecho, la nueva Alcaldía, posiblemente tendrá que enfrentar problemas administrativos con la operación de la recolección de los residuos.
La movilidad es otro gran inconveniente en Guayaquil. La urbe siempre se ha pensado en función de los conductores de vehículos particulares y la transportación urbana, donde se mueve la mayoría de habitantes, tiene deficiencias. La educación vial, pensada en los peatones primero, se ha visto superada por proyectos viales para conductores. Hace falta una visión extensa de ordenamiento territorial alrededor del ser humano.
La inseguridad es el gran problema de la ciudad. Si bien no es competencia de la Municipalidad es parte de los planes de desarrollo urbano en los que se debe involucrar la institución de manera asertiva más allá de los discursos políticos. El trabajo de mejoramiento de los espacios públicos no puede concentrarse solo en zonas turísticas. Es necesario, el crecimiento y empoderamiento urbano en toda la ciudad.
El cambio en Guayaquil se anuncia complejo. El alcalde electo, Aquiles Álvarez, ya habla de las “preocupantes finanzas” de la Municipalidad que recibirá. Álvarez asegura, en una noticia publicada por EL COMERCIO, que en las cuentas municipales solo existían USD 3 millones hasta el martes 7 de febrero. Mientras que hay cuentas por pagar de los meses de diciembre y enero por USD 9 millones, hasta ahora con Urvaseo.
¿Estas declaraciones significarán que un cambio será complejo por una crisis económica? ¿Se fiscalizará lo realizado en las últimas tres décadas en Guayaquil? ¿Qué rumbo tomará la ciudad con este panorama?
Más editoriales:
Visita nuestros portales: