Lenín Moreno lo cumple mañana, 24 de mayo del 2018. Antes de su posesión, algunos creían que Correa seguiría siendo el poder real en el Ecuador, otros pensaban que los cambios se limitarían a un comportamiento de tolerancia y respeto, ausente en los diez años de su antecesor. Los puntos de ruptura se fueron multiplicando.
El alarde de Correa, en el sentido de que había dejado “la mesa puesta”, cuando la realidad era de múltiples fraudes de información financiera, obligó a la reacción de Moreno, al tener el riesgo de cargar la crisis, por allanarse a que estaba recibiendo esa fantasiosa e inexistente herencia.
Moreno no impidió que se investigue la corrupción. En el correato, una alcantarilla explotaba y Correa era el primer protector de los indiciados, saliendo en su defensa, visitándoles, enviándoles mensajes, facilitando que salgan del Ecuador. Los casos de Raúl Carrión, Pedro Delgado, Pareja Yannuzzelli, los de Cofiec, Alecksey Mosquera, entre otros, lo evidenciaron. Correa habría querido que el sucesor actúe igual, comenzando con darle protección al ex vicepresidente Glas; y, Moreno se negó. Falta profundizar en el destape y la recuperación de los perjuicios, el Ecuador aspira que Moreno no sea protector ni encubridor de la corrupción.
La estructura de autoridades de control, armada por Correa, para perseguir a los contradictores y proteger a los suyos, intentó cercar a Moreno. Este decidió ir a la Consulta Popular de febrero del 2018, en que, salvo los del correato, el Ecuador se unió para que haya un Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio que haga la evaluación jurídica y ética de los actores de esos espacios de control, a fin de que, dentro del marco de la ley, se recupere la moral pública en el Ecuador, lo que se está cumpliendo.
Hay esfuerzos serios de Moreno por rescatar la verdad y la transparencia del poder, lo que marca una diferencia radical con el antecesor.
Hay definiciones por tomar en lo económico y financiero. También hay tareas pendientes en seguridad –en circunstancias preocupantes- y en otras áreas de gobierno. En política internacional, las adhesiones a Maduro, en Venezuela, y a Ortega, en Nicaragua, sin reflexión crítica alguna, igual que otras fraseologías, preocupan.
Salvo los del correato, que acusan traición, los demás sectores, desde los empresariales hasta los de izquierda, demandan atenciones urgentes, pero en democracia. El gobernante debe formar equipos de trabajo que le faciliten decidir y actuar oportunamente. El opositor Guillermo Lasso, con quien Moreno se enfrentó en segunda vuelta, actúa con decoro, cuando coincide y cuando discrepa, como debe ser en democracia.
¿Hay expectativas positivas?, sí. Ojalá no se deterioren.
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