El nuevo rumbo que ha adquirido la conducción política de la República permite que se respire un ambiente de libertad y diálogo, algo que se había perdido en los años del correismo. Ello ha posibilitado que en distintos ámbitos políticos y sociales se debata sobre la necesidad de realizar una consulta popular que, al parecer, sería planteada por el Presidente de la República. Existe un consenso en lo que se refiere a la materia a consultarse: abolir el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, eliminar la reelección indefinida del Presidente, derogar o modificar la ley de Comunicación y la ley de Plusvalía.
Los más recalcitrantes correístas han expresado su oposición a una consulta en la que se propongan cambios como los mencionados. Para ellos, el Presidente se ha alejado de la lealtad partidaria. Consideran que lo que se quiere es echar por tierra los “grandes logros” de su partido. Derogar la elección indefinida ha dicho una asambleísta de A.P. “iría en contra del expresidente Rafael Correa que fue quien la promovió”. Esta confesión destapa la intención personalista de esa reforma constitucional que fue aprobada por una Asamblea servil y obsecuente. Todo estaba fríamente calculado: ganar las elecciones en el año 21 e instaurar un caciquismo al estilo Maduro por el resto del siglo.
Si en diciembre del 2015 el pueblo hubiese sido consultado, la reelección indefinida habría sido rechazada. Pues bien, ha llegado la hora que el pueblo decida si quiere ser gobernado por una democracia en la que la alternancia en el poder es la norma o por una dictadura a la que la ley le permite perennizarse. La reelección indefinida es una dictadura encubierta en la que una camarilla de tiranos se eterniza en el mando. Comediantes con mucha alharaca y mucha verborrea que salen con el cuento de que son revolucionarios, progresistas y de izquierda. Frente al mundo se proclaman defensores de los derechos humanos; casa adentro campea la intolerancia, la oposición es perseguida. Castros, Chávez, Maduros, Ortegas, la flor y nata de ese parto de los montes el “socialismo del siglo XXI”, todos aspiran a estirar la pata en el trono. Entre ellos e Idi Amín Dada solo hay una cosa que los separa: la antropofagia no es de su gusto.
Yoani Sánchez, periodista cubana, opina así de su patria. “Cuando más de tres generaciones de individuos han vivido bajo un sistema político que no evoluciona se extiende entre ellos la convicción de que esa situación es eterna e inmutable. Llegan a perder el horizonte y en sus mentes echa raíces la idea de que nada puede hacerse para cambiar… El abatimiento y la crónica ausencia de sueños caracterizan al país. ¿Rebelión? Suena a metáfora”. A este modelo distópico de sociedad se quiere conducir el Ecuador. Es hora de que el pueblo despierte.
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