Una campaña por el voto nulo en la elección del Consejo de Participación Ciudadana se propone rechazar la existencia de ese organismo y lo que representa. Al pedir que se anule las tres papeletas, se plantea que la ciudadanía exprese su voluntad de que ese consejo, una estafa del correísmo para manipular la verdadera representación, desaparezca como todo el llamado “quinto poder”.
Desde que se redactaba la Constitución vigente ya advertimos que eliminaba la división de funciones del Estado, violaba derechos y establecía una estructura para consagrar, como en efecto lo hizo, el poder único del déspota. No es que el tal quinto poder y el Consejo, llamado irónicamente de “participación y control social” fueran buenos, que Correa los pervirtió y ahora se puede lograr que funcione bien con nuevos miembros. Fue un engendro antidemocrático desde el principio y no debe existir.
Mientras en el resto del mundo, en las democracias hay tres poderes o funciones del Estado, aquí se crearon cinco para que en realidad hubiera uno solo. Sus promotores no fueron originales sino seguimonos. Copiaron un invento chavista. El Consejo de Participación Ciudadana, con los siete anónimos que lo integraban, fue instrumento del correísmo para copar las altas funciones del Estado y encubrir la corrupción. Solo recordemos la designación por “meritocracia” del contralor de Correa, que en dos meses pasó de ser el mejor calificado a prófugo de la justicia.
Quienes critican la campaña de voto nulo dicen que no es democrática o que favorecerá que lleguen al Consejo los correístas. Por mi parte, voy a votar por personas que me parece harán buen papel en ese organismo, porque me comprometí a ello previamente. Pero creo que es legítima la postura de los que van a anular las tres papeletas como rechazo a un organismo tramposo que debe ser eliminado. Esa postura viene de todas las posiciones políticas. No es monopolio de la derecha o de quienes nada han dicho sobre el quinto poder cuando lo hemos cuestionado por once años y ahora quieren apoderarse del rechazo, previendo la derrota en las elecciones, que compartirán con el correísmo.
En todo caso, ganen los votos válidos o los nulos, lo que debe quedar claro después de las elecciones es que el tal Consejo de Participación Ciudadana y el llamado quinto poder no deben existir. Son una estafa a la democracia y peligroso instrumento para estatizar a la sociedad civil. Son parte de un tramado constitucional para manipular a la gente.
Por ello, la solución definitiva es una radical reforma de la Constitución, que solo puede llevar adelante una Asamblea Constituyente, debidamente preparada con tiempo, con consensos previos y acuerdos nacionales. No hay otra salida. Al fin la Constituyente se hará. Debemos empezar su preparación.