Cuando la edición anual del Foro Económico Mundial concluyó la semana pasada en Davos, Suiza, su resultado lleno de lugares comunes no sorprendió a nadie. Sin embargo, hubo menos retórica populista y proteccionista de parte de Estados Unidos.
La presencia del presidente Donald Trump fue un espectáculo político adicional en el marco de este acontecimiento, que se realizó del 23 al 26 de este mes.
El mandatario declaró con orgullo que su país está “abierto a los negocios”, ante lo que el comediante Jimmy Kimmel acotó: “Y quién mejor para hacer esa declaración que un hombre que declaró quiebra seis veces”. Kimmel se refería así a la ocasión en que Trump se autodeclaró empresario “multimillonario” antes de postularse a la Presidencia de Estados Unidos.
Trump se está volcando cada vez más hacia el bilateralismo en vez del multilateralismo: se retiró del Acuerdo de Asociación Transpacífico y amenazó con hacer lo mismo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pareció más contenido antes del Foro, que congrega a elites empresariales del mundo, aunque llegó a Davos inmediatamente después de fijarar anceles a la importación de paneles solares y máquinas de lavar.
Apuntando implícitamente contra Trump, el primer ministro de India, Narendra Modi, dijo en el Foro de Davos que “las fuerzas del proteccionismo están elevando sus cabezas contra la globalización”. Su intención no es solo evitar la globalización, sino también revertir su curso natural, planteó.
Ben Phillips, de la Alianza para el Combate a la Desigualdad, con sede en Nairobi, dijo a IPS que “Davos está terminado”, enfatizando que la edición 2018 finiquitó el concepto de que el Foro podía cambiar el mundo.
Fue incluso más allá y sentenció que el encuentro anual es “un club de citas rápidas para plutócratas y políticos”. Pero la idea de que impulsaría una sociedad más igualitaria está muerta, agregó.