El fracaso total en Venezuela debiera servir como ejemplo para no repetir esa triste experiencia en América Latina. La dictadura le tiene sumido a ese pueblo en la peor desgracia de su historia en nombre de la revolución bolivariana, que dejó atrás a uno de los países más ricos de la región para transformarse en la nación con los peores indicadores del mundo en todos los órdenes: pobreza, inequidad, economía, inflación, desarrollo, derechos humanos, libertades, inseguridad, criminalidad.
A ese gobierno admira la revolución ciudadana y hoy tratan de nuevo de convencer en estos comicios con su modelo similar, que pondría en riesgo la dolarización. Con la asesoría de Cuba, Venezuela tiene a sus trabajadores (los que conservan empleo y no han huido del país) con un salario equivalente entre 2 y 4 dólares mensuales, al cambio de la moneda local que le pulverizaron, peor que en el país de su tutoría, en donde bordea los 20 dólares. ¿Quieren ir a esta experiencia de miseria a la que pretenden llevar?
En Ecuador sería mucho más grave si llegan a tomarse de nuevo dinero del Banco Central –que anuncian en campaña-, como ya lo hicieron en el gobierno anterior y que pertenece a los depositantes privados del sistema bancario y financiero, a los gobiernos seccionales, a las empresas públicas, al seguro social. Promesas que están por sobre el ordenamiento jurídico, el tomar esos recursos para entregar mil dólares a un millón o más de personas. Con eso quieren atrapar a ingenuos que creen en eso y que voten por ellos. El Código Monetario (art. 56) prohíbe asumir con recursos del Central obligaciones directas e indirectas, subsidios, ayudas o transferencias que correspondan al gobierno.
Basta revisar esa herencia nefasta del régimen pasado. Según datos oficiales, la deuda del Ministerio de Finanzas con el Central, USD 3 500 millones. La banca pública, de lo que se conocía como inversión doméstica, 1300 millones. Acciones entregadas de banca pública por 2 505 millones. Deuda que se podría decir por 4 800 millones porque las acciones “fue un pago”, pero se sabe que eso no es líquido como se tomaron.
Por ello la necesidad de que esta Asamblea, deteriorada e ineficiente, apruebe las reformas que anuncia el Ejecutivo para blindar y darle independencia al Banco Central. Con ello evitar que se ponga en riesgo la dolarización, que ha dado estabilidad a la familia ecuatoriana en los 21 años de su vigencia y que mayoritariamente no quiere abandonar por sobre las ofertas políticas irresponsables. Por eso es necesario que los electores ejerzan un voto libre, pero informado y responsable y no caigan en engaños de quienes pudieran llevar al país a la experiencia de caos y de miseria de Venezuela, que sería desastroso para todos, aunque para ello tengan que hacer promesas demagógicas y peligrosas.