Algún tiempo pasará hasta que se puedan entender los obstáculos que el Consejo Nacional Electoral, ha organizado para impedir la inscripción de Álvaro Noboa como candidato presidencial. Aunque las diferencias históricas sean mayúsculas, las fórmulas utilizadas recuerdan las piruetas jurídicas y políticas que se hicieron para impedir la candidatura de Assad Bucaram en el retorno a la democracia y, en otros países, las leyes para impedir que los partidos comunistas compitieran en las elecciones con los demócratas. Los resultados fueron magros pues la historia recuerda la Revolución Cubana, el triunfo de Salvador Allende, el de Jaime Roldós Aguilera o el regreso de Perón.
Al parecer a menos de dos meses de las elecciones, la mayoría del CNE hace y hará lo posible para que no se presente como candidato el señor Noboa. La demanda por dirimencia de competencia entre un órgano inferior con un órgano superior como el Contencioso Electoral es un buen ejemplo; mucho más, si lee la enciclopedia jurídica del equipo de juristas, entre los cuales no es imposible que se hayan colado los de alguna candidatura que consolide sus esperanzas para que no participe el líder de “Ecuador, adelante”.
Pero compiten en esta extraña lid no solo la extrema derecha sino, haciendo honor al calificativo de “tontos útiles”, las fuerzas electorales escoltas de abanderado del correísmo. Las visitas a la Caracas de Maduro y a Buenos Aires de Cristina parecen torpezas, pero no hay que descartas que sean maniobras para simular una auto inmolación electoral y favorecer a otra candidatura.
Por tanto, aunque no hay pruebas ni evidencias, solo suspicacia, en aras a la libertad de opinión, se puede sospechar la existencia de un pacto tripartito entre el PSC, CREO y el correísmo. Estaría segura una amplia mayoría parlamentaria y por ende la estabilidad del próximo gobierno.
Un pacto similar al de la “Coexistencia Pacífica” que inició Nikita Kruschev en 1955 en el XX congreso del Partido Comunista hasta la crisis de los misiles en 1972. Las bases son claras y lógicas: a.- que gane el mejor entre ellos; b.- durante el gobierno, siempre el diálogo tras bastidores antes que una confrontación pública; c.- un gabinete ministerial negociado como en el parlamentarismo y, luego, la ruptura para iniciar el siguiente proceso electoral. Los complotados serían la derecha que implantaría un capitalismo de moderado a extremo y el correísmo que se transformaría en un populismo decente y no crujiría el sistema democrático inaugurado en 1979. Por justicia, condecoración a los miembros del CNE y, por su silencio, a la dirigencia de los partidos y movimientos políticos del Ecuador.
De todas maneras, siempre hay que estudiar una sentencia que se le atribuye a Maquiavelo: “No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de un nuevo orden”.