Entre ambos decretos sucedieron dolorosos y extraños sucesos políticos. Víctimas mortales y heridas, daños de diversas índole, cambios en la cúpula militar- ¿golpistas o ineptos? – y un ambiente de pánico colectivo y odio racial. La noche del 13 de octubre en Guayaquil miembros de comunidades indígenas, celebraron con extremo bullicio el triunfo frente a un Gobierno que falló táctica y estratégicamente y que solo alcanzó no ser destituido y sacar a la carrera a importantes agentes del correísmo.
El triunfo de las comunidades fue pírrico. Su protesta, rebasó las líneas históricas y se desarrollaron bajo su emblema, actos de violencia y agresión criminales sin precedentes. Luego, fue evidente la manipulación y financiamiento externo a las protestas, restando al futuro la legitimidad a sus demandas y resistencia histórica; finalmente, los hechos demostraron que la movilización indígena o popular sin el apoyo de la clase política no funciona, más allá de un cambio del precio de los combustibles. Se olvidaron que esa suma – política -social – se dio con resultados en los casos de la destitución de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez.
De parte del Gobierno la audacia y la decisión fue sustituida por un repliegue, en el que incluso se toleró que se pida al presidente las renuncias de dos ministros claves como son los de Gobierno y Defensa Nacional. Empezó con una decisión que era inevitable y que fue derogada por carecer de estrategia de defensa de las decisiones oficiales enmarcadas en la ley y terminó derogándola para rehacer el fallido decretos de las alzas. En esta materia el futuro es incierto pues una revisión será dilatada y siempre con la espada blandiéndose de una reanudación de la protesta y el vandalismo. Una espada de Damocles en manos de la Conaie y grupos asociados. Muchos, dentro y fuera, volverán a pensar en el IVA.
Un caso aparte es el correísmo: jugó todas las cartas por la desestabilización y algunos de sus actores terminaron refugiándose en la embajada de México. El alza de los combustibles y la consecuente alza de productos constituían una excelente oportunidad para lograr una desestabilización y, por ende, cerrar las investigaciones por corrupción que llevan adelante la Fiscalía y los jueces correspondientes.
¿Que se pretendía con ingresar e incendiar la Contraloría General del Estado? Allí no se guardan combustibles; más bien, protocolos judiciales relacionados con la investigación del desvalijamiento ocurrido en los últimos diez años. Este acto terrorista, el ataque a periodistas y policías en servicio, más la tentativa de acercarse a cuarteles militares no tienen nada que ver con la protesta indígena por la subida de los combustibles.
Los principales actores o pretendientes políticos fuera del Gobierno tuvieron una participación limitada. Estuvieron en la tribuna, nunca bajaron a la cancha. Puede que estén equivocados, los masajistas y aguateros tienen copados los puestos de trabajo.