Que el espÃritu de la Navidad nos invada. Que signifique un festejo a las cosas pequeñas, a las obras del dÃa a dÃa, las que no necesitan rótulo ni protagonismo ni rúbrica ni cartel.
Que los avatares de la polÃtica no nos quiten el sueño. Ni el trabajo. Ni las ganas de cambiar el mundo. Que, en paquetitos, con lazo y papel de colores, nos devuelvan el respeto, los derechos, las obligaciones, las leyes, las sonrisas y los abrazos, la solidaridad, la paciencia, el buen humor, la responsabilidad, la libertad, la alegrÃa, la tolerancia, los argumentos, la posibilidad de franco debate. Y que, otros paquetes, con menos adorno, más burdos, se vayan a la hoguera del año viejo. Que se quemen el encono, el insulto, la rabia, la descalificación, el abuso, los crÃmenes, la bala mortal del sicario, los cuerpos cercenados, las trampas, el desconsuelo, la impotencia, la mala fe, el atropello, los gritos, las mentiras, la prepotencia, la indignación o la tristeza, el silencio cómplice, el miedo o la venganza.
Que se cumplan los acuerdos. Que se hagan realidad los sueños. Que podamos respirar. Que tengamos voz y ganas de luchar por un mundo mejor.
Que la señora que salió huyendo de Puerto AsÃs y, en lugar de refugio o acogida se encontró presa, en la inmunda cárcel de Coca, durante 18 dÃas, sin haber cometido ningún delito, logre perdonar la injusticia y el atropello a sus derechos, pero, sobre todo, logre perdonar la indiferencia, en estas navidades.
Que el vacÃo que han dejado gentes como Belén o el viejo Alexei, que se han ido este año de entre nosotros, se llenen con los abrazos, con la memoria, con los recuerdos de su inteligencia, de su ironÃa, de su buen humor, de su sagacidad, de su cariño. Que ese vacÃo se llene con la música (incluida la de Césarea Evora, que también nos ha dejado) y con la sed de vida.
Que se escriban más libros. Más poemas. Más novelas. Que se siembren más árboles. Que se canten más canciones. Que se escriban más artÃculos. Que se pinten más cuadros. Que se construyan más museos, bibliotecas, teatros y menos carreteras, pozos petroleros o minas a cielo abierto. Que se olvide lo que hay que olvidar y que se recuerde lo que haya que recordar.
Que reinen la paz y la armonÃa. Que se enseñe a leer. Que se respeten los derechos de los niños, de los ancianos, de los refugiados, de la prensa, de las mujeres, de los indÃgenas, de las minorÃas, de los olvidados. Que se cumplan las leyes. Que se respete a la vida.
Que el espÃritu de Navidad nos invada. Que dure más que la noche de villancicos, regalos, cenas, rostros de niños hambrientos y fotos de polÃticos besándolos. Que nos permita poner en la balanza las cosas buenas, malas y peores. Que se devuelva el valor a la palabra. Buenos deseos. Solo eso.