Las buenas y malas experiencias deben ser siempre procesadas. Las primeras para acogerlas, aplicarlas e incluso mejorarlas, si es factible, y las segundas para no repetir o evitar los errores. Si bien hay que guardar las distancias por las enormes diferencias de desarrollo y de realidades, la República Popular de China, con más de 1 300 millones de habitantes, enseña grandes avances, pero también fallas y permite comparar lo atrasados y parroquianos que seguimos en varios campos.
Basta mirar in situ una realidad que debe llamar la atención por los avances de un desarrollo imparable, con una economía liberal, abierta, respeto de los inversionistas extranjeros y nacionales que hacen negocios, que ofrece certidumbres y seguridad jurídica, sin campañas ni ataques a los capitales, pero también el contraste político de una administración del partido único, que concentra el poder pero deja funcionar a la economía. Un país en gran desarrollo que opaca la falta de funcionamiento de una democracia plena.
Pekín, con más de 16 millones de habitantes, enseña muchos avances tecnológicos. Un sistema de tránsito controlado y solo cuando se infringe la ley aparecen los policías para sancionar o facilitar la superación del problema. Funciona el sistema de semáforos inteligentes, con múltiples cámaras en sus principales vías, que permite un buen control, sin la nece-sidad permanente de policías.
En Quito, el Alcalde anunció en Ecuadoradio hace dos meses, que en ocho días comenzaba el proceso de paso de la Policía de Tránsito al control del Municipio, de acuerdo con el Ministerio del Interior. El tema, como otros, sigue pendiente y conste que el anuncio fue antes de los hechos del 30 S. Solo hay justificativos para explicar los procesos inconclusos.
Pese a que las leyes en China son más rigurosas, no están exentos de los permanentes abusos de los conductores contra los peatones. Esto explica que no necesariamente con leyes más duras se pueden arreglar los problemas. En el caso ecuatoriano se habló del mejoramiento del sistema de control del transporte terrestre. Se aprobó hace 2 años una ley, pero en lugar de mejorar la situación empeoró y toda la culpa se le echa a la norma legal. Por ello plantearon nuevas reformas a las reformas de Montecristi.
El problema de la circulación se enfrenta con éxito con los pasos elevados, que facilitan mucho el tránsito. En Quito y Pichincha siguen pendientes las soluciones. Un caso irresuelto por muchos años: el paso deprimido del sector de San Rafael. No hay manera de solucionar. Y en materia de ornato y de preservación natural, Pekín es un ejemplo de organización y mantenimiento de preciosas áreas verdes, jardines y flores, en contraste con la destrucción de parques y la imposición del cemento en Quito y nuestro país.