Julieta Ocaña en un entrenamiento de ciclismo en el parque Bicentenario de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Madre, empresaria, chef y triatleta. La quiteña Julieta Ocaña no esconde el leve temor que siente al enfrentarse a su primer triatlón de 113 km en el Ironman 70.3 Ecuador, que será en Manta el 9 de agosto. “Una se decide a participar en un reto de estos sin saber realmente bien a lo qué se mete”, explica con un suave tono de voz y luego sonríe.
A pesar de que en su infancia y adolescencia tuvo una exigente preparación deportiva en la natación, con seis cruces al lago San Pablo incluida la vez que ganó la categoría infantil con 10 años, su primer ‘medio Ironman‘ la pone un poco nerviosa.
Julieta tiene 35 años y bajó unas 50 libras desde que decidió subirse a una bicicleta, para acompañar a sus dos hijos en el verano del 2011. Esa fue una decisión trascendental porque durante 12 años se alejó del deporte.
Después de esas vacaciones, cuando los chicos volvieron a la escuela, ella continuó pedaleando por el parque Metropolitano con la “bicicleta de palo” que le dio su padre (hizo un trueque: él compró una montañera y ella le dio a cambio una bici de cycling que tenía guardada, llenándose de polvo).
Al cabo de un año de ejercitarse sobre la bicicleta, un buen día también se animó a caminar por La Carolina. Ella no se imaginaba a sí misma corriendo y fue difícil al principio. No obstante, cuando logró completar una vuelta al parque se sintió emocionada, como si pudiera enfrentarse con cualquier reto.
Durante un año más se preparó con la guía del entrenador Walter Rubianes, a quien todos conocen como ‘gato’ en el sector de la Cruz del Papa, y completó su primera maratón (42 km) en Miami.
Después de aquello, como dominaba la natación y encontró gusto por pedalear y correr, su siguiente reto fue probarse en el triatlón. Desde entonces se ejercita con la guía de Elio Loor. “Con el deporte me siento en libertad. Siento que puedo, que soy fuerte. El deporte me da paz”, explicó con su serena manera de hablar.
El año pasado ya se preparaba para un reto de 113 km, con 1,9 km de natación, 90 km de ciclismo y 21 km de trote, pero una lesión en la pierna la dejó sin competir de manera individual en el Cojimíes 113k (Manabí). Con esa molestia y todo, aquella ocasión sí contribuyó con sus brazadas en una posta. “A pesar de no haber hecho toda la competencia me sentí feliz de participar. Siento que el triatlón es realmente lo mío”, indicó la empresaria, gerente propietaria del restaurante Pacífico (reconocido por su premiada fanesca).
“Tengo muchos nervios. Es un proceso largo, recién empecé a ejercitarme con zapatillas de clips en la bicicleta pero mi objetivo solamente es cruzar la meta donde estarán esperándome mis hijos que son mi principal motivación”.