Gabriel ‘Místico’ Pereyra nos recibe en el Gonzalo Pozo tras finalizar el entrenamiento matutino con el primer plantel de Aucas, equipo que dirige desde el 11 de septiembre de 2024 y con el que tiene contrato hasta el 31 de diciembre de 2025.
Sentados en la mitad de la cancha y con un intenso sol de mediodía, Gabriel Pereyra le cuenta a EL COMERCIO cómo cultivó su pasión por el fútbol, por los colores de River Plate, el Aucas que veremos y la forma en que la lucha libre llegó a su vida mientras jugaba en México.
Más noticias:
Pereyra con ‘La Banda’ en la piel
El martes 28 de febrero de 1978 nació Gabriel Ernesto Pereyra Vázquez en Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe. Desde ese momento, su unión con River Plate estaba marcada.
“En mi familia, a todos los que nacemos, lo primero que nos toca el cuerpo es una playera o manta de River”, comenta sobre su fanatismo hacia el equipo que supo ganar la Copa Libertadores en 1986, 2015 y 2018.
Uno de sus hermanos se llama Daniel Alberto, en honor al mítico defensor argentino campeón del Mundial 1978, mientras que para él sus padres pensaron en ponerle Ubaldo Matildo, otro de los campeones del mundo de ese año y uno de los máximos ídolos de River.
“Las enfermeras y el juez no dejaron que me registren con ese nombre”, dice entre risas.
Retrocede en el tiempo y recuerda que desde los cuatro años empezó a jugar en el club donde su padre era el entrenador.
A los 10 años fue con su familia a Buenos Aires a conocer el estadio Monumental como regalo por su cumpleaños.
En el recorrido se cruzó con un grupo de niños con los que se puso a jugar. En cuestión de minutos, su habilidad para manejar el balón salió a flote y fue invitado para que el día siguiente hiciera una prueba formal con los jugadores que ya estaban registrados en el ‘Millonario’.
Gabriel Rodríguez, actual director deportivo, y Adolfo Pedernera, una de las mayores leyendas de la institución, lo vieron, le dieron su aprobación y le abrieron las puertas del club.
“Mi papá, lo único que quería era una foto con don Adolfo, mientras ellos intentaban explicarle que tenía que llevarme a una prueba (…) Cuando me dijeron que era jugador de River, no lo podía creer, era el sueño cumplido y hasta el día de hoy me emociona”, dice.
Tras superar la prueba, empezó su formación, vivió en la pensión, debutó con 18 años, salió campeón en dos ocasiones y compartió equipo con jugadores como Pablo Aimar, Juan Pablo Ángel y Javier Saviola, solo por nombrar algunos de los cracks con los que marcó una época a punta de talento, goles y vueltas olímpicas.
Julio Estrella/EL COMERCIO.
En México nació el ‘Místico’ Pereyra
En enero de 2005, cerca de cumplir 27 años, hizo maletas, dejó atrás Buenos Aires y se mudó a la Ciudad de México para jugar en el Cruz Azul.
Por esos mismos días Ignacio Uribe Alvirde, más conocido como ‘Místico’, se abría paso como luchador profesional y se transformó en el preferido de los fanáticos mexicanos de la lucha libre, que lo elevaron al estatus de estrella nacional.
‘Místico’ volaba en el ring y Pereira lo hacía en la cancha. Tras conocerse, el luchador le regaló una de sus máscaras y el argentino no dudó en utilizarla para festejar sus goles con los que se ganó el apodo con el que es reconocido en ese país.
No iban a perdurar por mucho tiempo los festejos del nuevo enmascarado. En agosto de 2006, los árbitros anunciaron la prohibición de las máscaras de lucha libre en los festejos de gol al ser consideradas como “elementos que puedan ser peligrosos”, según registra La Nación.
Eso no detuvo al entonces mediocampista en su afán de mantener unidos al fútbol y a la lucha libre.
El clásico festejo de Shawn Michaels con los brazos levantados y una de sus rodillas cerca del piso, más un cintillo rojo en su cabeza, empezaron a recorrer las canchas mexicanas cada vez que el mediocampista marcaba un tanto.
“Cuando iba a ver los entrenamientos de las fuerzas básicas, veía como cuatro o cinco niños que usaban la bandita (cintillo); ahí entendí lo que como futbolistas generamos y la responsabilidad que tenemos”, mencionó.
En su casa, con sus hijos, también hay espacio para ‘practicar’ una que otra llave de lucha libre, pero siempre atentos a algún reto que pueda venir de su esposa y madre de sus descendientes.
Julio Estrella/EL COMERCIO.
Un Aucas de sacrificio y esfuerzo
Pereyra prepara un Aucas competitivo con mucha facilidad para adaptarse y resolver las dificultades que cada partido le presente.
El Aucas versión 2025 será protagonista, agresivo y ofensivo, más una alta dosis de sacrificio y esfuerzo, características que el ‘Místico’ cultivó como jugador y que como entrenador son los mandamientos que no se negocian con sus dirigidos.
“Proponemos partidos para ganar en cualquier estadio“, dice convencido, al tiempo de indicar que el ‘Ídolo del Pueblo’ está listo para dar el salto de calidad que lo coloque en el primer lote de los equipos que pelearán por el título y por la clasificación a torneos internacionales.
Al final de la charla nos revela que la milanesa es su plato preferido. En cuanto a música, se inclina por la cumbia santafesina y en el país está descubriendo lo que es la salsa choke, el género de moda entre los futbolistas.
En cuanto a cábalas, el color rojo, ingresar al terreno de juego con el pie derecho y entrenar bien durante la semana son parte de los elementos en los cuales el entrenador de 47 años se abraza para conseguir los tres puntos fecha a fecha.
Su carrera como jugador arrancó en River Plate. Luego se extendió a Cruz Azul, Atlante, Monarcas Morelia, Puebla y Estudiantes Tecos en México. En noviembre de 2012 jugó su último partido con Defensores de Belgrano.
Como entrenador se paró en la zona técnica de Atlante, Cafetaleros de Tapachula, Cimarrones de Sonora, Atlético Morelia en México, Defensores de Belgrano en Argentina, Deportivo Malacateco en Guatemala y Aucas en Ecuador.
Julio Estrella/EL COMERCIO.
Confesionario – segunda temporada en proceso