Imagen referencial de Park Eun Sun de la Asociación Surcoreana de Fútbol
Al igual que en otras disciplinas deportivas y de alto rendimiento, el Mundial de Fútbol Femenino que se desarrolla en Canadá no ha estado exento de polémica. Antes del inicio del torneo, nuevamente surgió un tema que genera debate: la feminidad de las participantes del Mundial.
Según la BBC de Londres, hace dos años, Park Eun-sun, jugadora de la selección de Corea del Sur, tuvo que afrontar comentarios discriminatorios que ponían en duda su feminidad. “Me duele el corazón y es humillante”, posteó la futbolista en su cuenta de Facebook.
“He pasado por las pruebas de género muchas veces y competí en la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos. Sé que estas personas están tratando de destruirme… Pero he trabajado muy duro para llegar hasta aquí y no me voy a dar por vencida tan fácilmente”.
Park Eun-sun, que registra más de 1,80 metros de altura, respondió así a seis de los siete entrenadores de la Liga Femenina de Fútbol de Corea del Sur quienes exigieron que Park demuestre que es mujer. En la actualidad, la futbolista juega para el club ruso Rossiyanka y debutará con su selección en el Mundial Femenino de Fútbol, ante Costa Rica, el próximo 13 de junio.
Esa experiencia vivida por la surcoreana ahora es más fuerte, porque la FIFA exige a las futbolistas superar una prueba de género para competir en el Mundial. Esto encendió una vez más la polémica, desde que el Comité Ejecutivo de la FIFA aprobó el Reglamento para la Verificación de la Identidad Sexual el 30 de mayo de 2011.
Según el máximo organismo rector del fútbol mundial, dicho reglamento tiene como objetivo garantizar que “el cartel de participantes sea totalmente parejo e igualitario”. La justificación de la FIFA parte de: “Los andrógenos, u hormonas sexuales masculinas, promueven e intensifican el rendimiento, especialmente en aspectos como la fuerza física, el vigor y la velocidad, una situación que puede proporcionar ventaja e influir en el resultado de los partidos”.
Así, según el reglamento y “siempre que exista una duda bien fundada”, una investigación en ese sentido debe considerar “cualquier anomalía de las características sexuales secundarias”; entre otras, el tamaño del busto, el ancho de las caderas, la cantidad de vello corporal y la musculatura…
En uno de los incisos de este reglamento, la FIFA menciona “a cada asociación miembro le corresponde asegurarse, antes del nombramiento de su selección nacional, de la correcta identificación sexual de todos sus jugadores”. Entonces, aquí, es el médico de cada asociación quien debe presentar la documentación requerida de solicitarse una investigación al respecto: el historial médico, los niveles de hormonas sexuales, el diagnóstico, el tratamiento en caso de que hubiera sido necesario y los resultados actuales.
Y, si se necesitan pruebas suplementarias, se requeriría la presencia de un experto independiente que llevaría a cabo una “investigación exhaustiva”. Una semana antes del inicio del Mundial de Canadá, Doris Fitschen, gerente de la Federación Alemana de Fútbol, aseguró que todas las jugadoras del conjunto alemán pasaron este examen, según expresiones brindadas al diario Bild.
Entre las pruebas aportadas se incluyeron los registros médicos en los que figuraban las últimas visitas de las futbolistas al ginecólogo. Pero las críticas no se hicieron esperar.
Piara Powar, directora ejecutiva del grupo antidiscriminación Football Against Racism in Europe (Fútbol Contra el Racismo en Europa0), dejó entrever su malestar. “Es un gran problema. Nuestra organización insta a las mujeres que juegan que se pregunten por qué las mujeres tienen que demostrar que son mujeres y los hombres no tienen que demostrar que son hombres. Muchas mujeres se sienten incómodas al respecto”.
En tanto, Katrina Karkazis, especialista en bioética de la Universidad de Stanford, escribió en la revista Science que la controversia sobre la sexualidad de las deportistas “es de carácter social y ético sobre cómo entendemos y enmarcamos la diversidad humana”.
Al menos, es lo que señalan algunos estudios entre los cuales el más importante es Endocrine profiles in 693 elite athletes in the postcompetition setting (Perfiles endócrinos de 693 atletas tras la competición), publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos en agosto del 2014.
Allí, 693 atletas fueron sometidas a un análisis de niveles hormonales y los resultados señalaron que el 13,7% de las mujeres tenían testosterona por encima del rango típico y el 4,7% se encontraba en el rango habitual de los hombres. Además, en ese estudio se señaló que el 16,5% de los atletas de élite que se sometieron al estudio tenían niveles de testosterona por debajo del rango establecido y 1,8% niveles correspondientes al rango de las mujeres.
Ante esto, la investigación concluyó que “la definición del Comité Olímpico Internacional de una mujer como alguien que tiene un nivel de testosterona normal es insostenible”. Esos resultados provocaron que se hable de inexactitudes, incluso que las conclusiones de los estudios son erróneos. Una investigación realizada por la revista Nature en julio del 2000, Gender verification of female athletes, explicó que “Las pruebas de verificación de sexo en laboratorio son médicamente erróneas, así como funcional y éticamente inconsistentes”.
La controversia
Por todo lo expuesto, Katrina Karkazis opinó que este tema genera una controversia de carácter social y ético que “tiene consecuencias muy reales en la vida de la gente”. Aquí caben las experiencias de varias deportistas incluida la futbolista Park.
También la atleta india Dutee Chand en 2014 y su compatriota Santhi Soundararajan en 2006; Salimata y Bilguisa Simpore, hermanas y jugadoras de fútbol de Guinea Ecuatorial, denunciadas ante la FIFA por la capitana de Ghana, Florence Okoe, en 2011; o el más antiguo, el de la española María José Patiño, a quien los resultados de un test cromosómico le impidieron competir como mujer en un campeonato de Japón en 1983.
Asimismo, durante 11 meses la atleta sudafricana Caster Semenya no pudo competir, un caso que generó polémica a escala mundial y en donde la Federación Internacional de Atletismo decidió intervenir e investigar la condición sexual de Semenya, ante las múltiples quejas de algunas rivales a quienes la sudafricana venció en la final de 800 metros del Mundial de Berlín en 2009. “Este tipo de personas no deberían competir con nosotras; para mí es un hombre”, dijo sobre ella la atleta italiana Elisa Cusma. “Si me ponen a ella y diez hombres delante no sabría decir que ella es la mujer”, aseguró la española Mayte Martínez.
Las quejas de las rivales y las supuestas evidencias, además del aspecto de la deportista, fueron suficientes como para iniciar una investigación.