Víctor Puerto fue el triunfador de la corrida y de la Feria. Estuvo en gran plan profesional, indultó un toro y cortó tres orejas y un rabo. Su compatriota, el hispano José Ignacio Uceda Leal cortó tres orejas y sembró de torería y arte el ruedo de la Plaza Raúl Dávalos. El guayaquileño Guillermo Albán cortó una oreja.
Con una excelente entrada, bastante más que media plaza, se corrió una corrida de Campo Bravo de juego variado, destacando el lidiado en segundo lugar, de nombre Carretilla de 440 kilos, número 33 y que alcanzó el premio del indulto.
Abrió plaza sin fortuna el rejoneador Enrique Cobo que se lució en un muy aplaudido tercio de banderillas, a lomos de Cigala. El fallo al matar le privó de premio. Saludos desde el tercio.
Víctor Puerto, toreó con la sabiduría y templanza que da la experiencia. Firmó unos lances de recibo a la verónica de buena factura y superior manojo de la misma suerte, antes de llevar al toro al caballo. Quite de primor de Uceda Leal. La res humillaba, tenía son y nobleza y Puerto la entendió a la perfección. La gran faena sobre ambos pitones tuvo temple y calidad y floridos remates y adornos en medio de grandes ovaciones. El público pidió y consiguió el indulto y Puerto paseó dos orejas y un rabo simbólicos.
En el quinto el torero de Ciudad Real estuvo mecido en el toreo de capa. Tras el contundente puyazo de Hernán Tapia, el ‘Patatas’ y ‘Pulgar’ se lucieron en banderillas al punto que el público los obligó a desmonterarse y recibieron flores del tendido.
Puerto con paciencia y oficio construyó una labor de mérito y excelentes muletazos que, tras buscarle las vueltas al toro y enseñarle a embestir, le logró meter en los engaños e hilvanar hermosas y sentidas tandas por ambos pitones. Media estocada y un descabello cortó una oreja que paseó feliz.
El temple y la lucidez marcaron la faena de Uceda Leal que destajó un trincherazo de cartel y el arte afloró junto a la despaciosidad y ritmo, que fue lección de talento creativo y clasismo. Soltura, improvisación, torería en suma, iluminaron la tarde- noche. Estocadón y dos orejas con festejo popular. La cadencia en el trazo capotero, del madrileño, la sabia técnica que posee impidió que el sexto se derrumbe y le sacó la calidad que tenía escondida. Naturales rematando el final del pase, arriba, derechazos a media altura, concierto de temple y señorío. Pinchazo y estocada desprendida que mató con rotundidad. Oreja.
Guillermo Albán sin fortuna tuvo el lote menos propicio. Cortó una oreja cariñosa solicitada por la parroquia en su primero al que consiguió muletazos de mérito con porfía al final de la faena. Mató mal, de una estocada baja tras un pinchazo y recibió una oreja.
El último toro de la feria se defendía y era de sentido y exigente. Hubo pasajes de miedo en el tendido y el guayaquileño lo mató de dos pinchazos y bajonazo.
Una tarde llena de triunfo torero de interés en el juego de los toros, de entrega en las cuadrillas y de tumbos y un caballo herido. Al finalizar la corrida se entregaron los trofeos de la Feria. Víctor Puerto fue el máximo triunfador. De un ciclo de tres corridas en el que se cortaron 13 orejas y un rabo.