Feliciano López: No soy modelo, soy tenista

El tenista español Feliciano López derrotó al serbio Dusan Lajovic en el ATP 250 Ecuador Open, el 6 de febrero de 2015. Foto: EL COMERCIO

En baja y en alta voz, los halagos se multiplican. Feliciano López no solo ha dejado su marca con su tenis clásico y elegante en el ATP 250, también por su figura, apariencia, ojos, estatura, por todo. “No soy modelo, soy tenista”, dijo con firmeza, el español, nacido en Toledo.
“Con este sí peco”, “mírale las piernas”, “qué guapo es”, son algunos de los comentarios que se escuchan en las tribunas, en los pasillos de acceso y en los jardines adjuntos a las canchas donde el español de 33 años juega o se entrena.
Lo novedoso es que los comentarios no solo son femeninos, también los hay masculino. “Mónica, no va a decir que no tiene buenos muslos”, le dijo Luis a su compañera de trabajo.
El alboroto se arma cuando transita por el club Jacarandá. Nunca dice no a una foto o a un selfie que le solicitan los y las hinchas. “Me han tratado bien, es una grata experiencia”, reitera con frecuencia.
Dice que en la cancha no escucha los piropos porque pasa concentrado. “No estoy pendiente de eso”. Prefiere hablar de tenis, de sus 17 años de trayectoria donde ha probado de todo. Es 14 en el mundo y su aspiración es entrar al Top 10.
Guarda su participación en los Juegos de Atenas 2004 y Londres 2012 como experiencias importantes “por lo que significa ganar una medalla olímpica. El tenis es un deporte que recién ingresó a los Juegos, antes no tenía la atención de nadie, no estaba en nuestro calendario. Hoy todos aspiramos a ganar esa medalla por la importancia que ha adquirido”.
No ocultó que se sintió decepcionado en Londres, cuando perdió la ocasión de jugar la final olímpica junto a David Ferrer, en dobles. “Teníamos en la mano la medalla de plata, estuvimos a cuatro puntos de ganar la semifinal y la perdimos. Al día siguiente también se nos fue la medalla de bronce. Nos quedamos sin nada. Fue duro”.
Pertenece a la generación más exitosa del deporte español. Ganó la Davis en el 2008, 2009 y 2011. “Es una generación que goza de salud, pero también estamos conscientes que en algún momento se acabará”.
A Fernando Verdasco, también español, lo considera un hermano. Se conocen desde cuando tenían 13 años y comenzaron a entrenarse con el padre de Feliciano. “Es una amistad que fue creciendo con la convivencia y con los años. Es una persona incondicional conmigo, cuando nos retiremos será eso lo que recordemos, nos conocemos muchísimo”. Se entrenan juntos hasta hoy y cuando les toca enfrentarse, “es algo normal, fuera de la cancha se mantiene la amistad.
Otro de sus amigos, al que le tocó ganar en octubre último, fue a Rafael Nadal, en el Master 1000 de Shanghái. Lo eliminó en primera ronda.
Si bien el modelaje no es lo suyo, como lo aclaró en un principio, dijo que no descartaría una invitación como la que recibió con su amigo, Fernando Verdasco. En el 2008 participó de una campaña en contra de cáncer testicular y posó desnudo. “Si es por una causa así, lo haría. Yo no tengo una fundación pero colaboro con programas de beneficio social”.
En Quito enfrentó el desafío de jugar en la altura. “Muchos de los tenistas tienen miedo, lo interesante fue probarlo. Yo sí recomendaría a mis colegas a que vengan a jugar”, también por el recibimiento que ha tenido de la afición.
Ya visitó la Mitad del Mundo, donde además realizó una exhibición, y espera visitar el Centro Histórico. Por lo pronto ha comido ya la fruta ecuatoriana y el cebiche del que escuchó hablar antes de exponer su tenis en el Jacarandá.