Santiago Bustamante hizo una faena clásica, de excelentes maneras. Recibió dos orejas simbólicas por su faena. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Con un triunfal cerrojo en medio de un público entusiasta y buenos pasajes de toreo, se cerró la temporada taurina en la Plaza Belmonte de Quito.
Con más de un tercio de plaza se corrieron novillos de Triana y Cerro Hermoso, de muy buen juego en general.
Abrió plaza el aficionado peruano Enrique Sifuentes demostrando entusiasmo desbordante. Fue muy aplaudido en su vuelta al redondel.
Con una larga cambiada y verónicas siguió Carlos Mantilla. Sus lances a la verónica y las chicuelinas y luego algunos muletazos de buen corte especialmente por el lado derecho. En ese ejemplar también toreó de muleta José Guzmán demostrando su oficio y se lució en varios pasajes.
José Ponce mostró su buen conocimiento y experiencia, y cuidó las pocas fuerzas del toro en una faena de muy buena técnica y excelentes pasajes con la derecha que culminó con torería. Oreja simbólica.
José Ignacio Bullard, del Perú, se dio un banquete con el noble ejemplar de Cerro Hermoso al que lo lanceó por verónicas y chicuelinas excelentes y regaló una faena, por ambas manos, de temple y cadencia para disfrutar toreando por derechazos y naturales que remató con ayudados por alto.
Santiago Bustamante hizo una faena clásica, de excelentes maneras. Toreó bien de capa, se lució por ambas manos con artísticos derechazos de mucha calidad. En medio de la ovación del público recibió dos orejas simbólicas.
Otra excelente labor cumplió Esteban Morales que lanceó con apostura a la verónica y quitó por talaveranas. La labor de muleta fue esencialmente derechistas con alguna buena serie de naturales de igual de templados que los derechazos y remate con ayudados por alto de buena factura. Otras dos orejas simbólicas.
El ejemplar del mexicano Alejandro Aceves tenía trapío superior para la ocasión y sus kilos. El torero salió valiente para lancear a la verónica. Recibió un gran puyazo del picador David Vásquez –de México – y una faena vibrante con un toro que tenía picante y transmisión y de emotividad con mucha conexión con el tendido. Dos orejas y entusiasta vuelta al anillo.
Cerró plaza Rodrigo Correa con una excelente labor de capa de temple y muletazos que se prodigaron en magníficas series sobre ambas manos, con pases en circular y un cerrojo triunfal con esta faena para recordar el festival. El público salió feliz de la plaza.