Los Escarabajo taxis de México operaban sin el asiento del copiloto.
Aunque durante muchos años fue uno de los símbolos más populares de la Ciudad de México, el Volkswagen Escarabajo o ‘Vocho’ casi ha desaparecido de la megaurbe, víctima de la modernización del parque automotor y de la lucha contra la contaminación.
Algunos ‘Vochos’ particulares aún circulan por las congestionadas calles de la capital mexicana, pero los Escarabajos taxi han desaparecido por completo, transformando así el paisaje de la mayor urbe latinoamericana.
“Hubiéramos podido conservar algunos en el Centro Histórico y así preservar el símbolo”, señala Rodrigo Díaz, consultor en urbanismo y autor de un popular blog sobre temas de movilidad. “Pero no fue así”, se lamenta.
Pese al olvido, en ese país se forjó una de las más largas historias de amor entre un pueblo y un auto. Nacido en Alemania en los años treinta, el “auto del pueblo” no estaba concebido originalmente para el sol y el polvo de México.
Sin embargo, desde su llegada al país, en 1954, el Escarabajo tuvo un éxito espectacular. Por económico, fácil de reparar y divertido, los mexicanos lo adoptaron rápidamente y en un año se vendieron 50 000 unidades. “No tengo auto, tengo un ‘Vocho’”, era un dicho popular entre los mexicanos.
Los taxistas apreciaban particularmente este vehículo, cuyo mantenimiento era más bien placentero. “Si se rompía la banda del ventilador, la podías reemplazar con unas medias de mujer”, recuerda Ricardo Pérez, un chofer de taxi de la capital.
Fue tal el éxito que el fabricante alemán instaló una fábrica en Puebla, en 1964. Entonces el Escarabajo se volvió mexicano y en 1973 una tercera parte de los autos que se vendieron en el país eran ‘Vochos’. En su tiempo se convirtió en el vehículo más fabricado de la historia con más de 15 millones de unidades producidas, destronando de ese puesto al célebre Ford T.
La ‘vochomanía’ alcanzó a otros países de América Latina. En Brasil, donde también se producía, se le llama ‘Fusca’.
En Uruguay, el expresidente José Mujica declaró como único patrimonio su Escarabajo de 1987 por el que un jeque árabe y un diplomático mexicano le ofrecen un millón de dólares, cifra que rechazó en ambas ocasiones.
Pero la colorida imagen del ‘Vocho’ se empañó con el paso del tiempo. Contaminante, ruidoso e incómodo, el auto encarna todas las deficiencias que la industria automovilística actual se ha propuesto superar.
Como taxi, funcionaba sin el asiento del pasajero. “Pero en un frenazo, el ocupante que no llevaba puesto el cinturón de seguridad salía disparado hacia el parabrisas”, recuerda un usuario.
Los mexicanos empezaron a desconfiar de su viejo amor. Los taxis cambiaron de color: amarillo, verde, rojo y oro. Pero de nada sirvió. Por encima de la nostalgia, los mexicanos prefieren la comodidad y seguridad de los taxis modernos, todos de cuatro puertas. “A diferencia de Londres, con su autobús de dos pisos, de San Francisco y Lisboa con sus tranvías, o de Valparaíso con su funicular, México no declaró a este medio de transporte como patrimonio histórico. Es una pena”, dice Díaz.
Por ello, para admirar al difunto taxi solo queda ir al Museo de la Tecnología de Berlín, al que la Ciudad de México donó en el 2008 un ‘Vocho’ como agradecimiento por más de 50 años de leales servicios.
Fuente: AFP