El fundador de Contract Workplaces, Víctor Feingold, enfocó su charla en la neuroarquitectura, es decir, el diálogo entre la mente y el espacio. Foto: Cortesía
¿Cuáles son las nuevas tendencias en los espacios laborales? Esta fue la pregunta a partir de la cual expositores nacionales e internacionales hablaron sobre el diseño y adecuación ideal de ambientes para el trabajo. Una de las premisas principales fue que el futuro del trabajo y de las empresas depende del espacio y las condiciones en las que se desenvuelven sus colaboradores.
La discusión se dio en el Worktech 2018, que cerró su ciclo de conferencias de Latinoamérica en Quito, el pasado 31 de octubre. Las charlas Worktech se realizan hace más de 15 años alrededor del mundo.
Este año en Latinoamérica, de la mano de Contract Workplaces, se realizaron en Montevideo, Buenos Aires, Santiago y cerraron en la capital ecuatoriana. El resultado fue la generación de preguntas y curiosidad en cuanto a nuevos conceptos vinculados al diseño y las condiciones del entorno laboral.
El evento, al que asistieron unas 300 personas, contó con siete expositores de primer nivel y de talla internacional. Ellos pusieron a discusión las diferentes disciplinas y puntos de vista de los cambios que se esperan y que ya están sucediendo en el ámbito laboral. En ese contexto, se presentó un mapa de la convergencia de la tecnología, la innovación y la importancia del bienestar y la comodidad de quienes ocupan los espacios de trabajo.
Kay Sargent, directora de Workplace HOK, aseguró que no solo se habla de los espacios de trabajo del futuro, sino que ahora son los trabajadores del futuro y su individualidad. “Necesitamos que nuestros espacios se adapten a cómo vivimos y cómo trabajamos”. Sargent se refirió a cómo las nuevas tecnologías permiten compartir autos, hogares, y cómo se están creando nuevos ambientes que liberan a las personas y dan alternativas a las distintas necesidades.
Según las propuestas de Worktech 2018, el diseño de los espacios de trabajo no solo se enfoca en la parte visual, sino que busca involucrarse en el área de cada individuo para entender sus necesidades. Esto quiere decir que se ha pasado de pensar en cuánto espacio se utiliza a analizar cómo está siendo utilizado ese espacio.
El fundador de Contract Workplaces, Víctor Feingold, enfocó su charla en la neuroarquitectura, es decir, el diálogo entre la mente y el espacio. Para esto, la reflexión giró en torno a si es posible que un edificio hecho de materia inerte haga sentir angustia o felicidad, aburrimiento o estimulación.
Feingold señaló que al diseñar un espacio de trabajo se busca que cada usuario saque lo mejor de sí, que se empodere al trabajador creando zonas en los que ellos se sientan bien y cumplan sus objetivos personales y laborales. “Comprender cómo funciona el cerebro humano en la percepción y su navegación en el espacio permite incluir estrategias de diseño que van más allá de las necesidades funcionales, el confort y la rentabilidad”.
El enfoque lo plantearon el chileno Matías Romo, CEO de St Go Lab Inc., y de Eva Rimbau Gilabert, profesora e investigadora de la Universidad Abierta de Cataluña. Ellos apuestan por la tecnología como un molde indispensable con impactos positivos en el día a día del trabajo.
Arquitectos, diseñadores y expertos en tecnología coincidieron en que el individuo es el centro de todo y a partir de eso se construyen los espacios en los que se permanece gran parte del día.