Esta vivienda está rodeada por arrayanes, un ciprés vela, un jacarandá de flor morada y varias plantas de menor tamaño. En el fondo también hay una pequeña palmera. Fotos: Patricio Terán/ CONSTRUIR
Las raíces de una hiedra variegada -de hoja verde con blanco- son capaces de colarse en las cañerías y colapsarlas. Van en busca de agua. Con ese problema lidió Margarita León de Banderas, diseñadora de jardines y miembro del Club de Jardinería de Quito.
Las raíces de esa enredadera la obligaron a cambiar las tuberías de cemento por unas de PVC. “Sintió la humedad, alcanzó la cañería y se metió como ocho metros”, recuerda.
Por esa razón recomienda a sus amigos y conocidos seleccionar vegetación en función del espacio que rodea a la vivienda. En el caso de los árboles es importante considerar el tamaño que alcanzará la copa de cada ejemplar, pues es el reflejo de sus raíces.
Las palmeras (izquierda) poseen una raíz en forma de melena compacta. Eso permite trasplantarlas.
Las especies de gran porte, por ejemplo, deben sembrarse a cinco metros de distancia desde sus ejes. Ese es el caso de la palmera fénix, por ejemplo.
León de Banderas hace la misma sugerencia para colocar árboles en los parterres de la ciudad. “Los siembran y después los talan porque alcanzaron una altura mayor a la esperada”. Otro método para frenar su crecimiento es podarlos irrespetando su forma. Casi siempre terminan como una esfera. “Lo único que consiguen con eso es enfermarlos y llenarlos de plagas”.
La fronda de un arupo, por ejemplo, alcanza los ocho metros. Lo ideal, dice León de Banderas, sería sembrarlo a nueve metros de distancia de la pared de la casa. Sin embargo, puede desarrollarse a cuatro o cinco metros de distancia.
La copa de la acacia morada alcanza los cinco metros de diámetro, por eso necesita espacio en el jardín.
Lo mismo sucede con el cholán, un árbol endémico que seduce con su flor amarilla durante el verano; con el yaloman y el escobillón rojo.
Esas distancias se sugieren para garantizar el crecimiento adecuado del ejemplar y para evitar que las raíces dañen las cañerías y, en otros casos, la infraestructura de la casa, según la arquitecta Alicia Castillo.
Existen raíces invasivas que rompen macetas y pueden hasta levantar el cemento. Ese es el caso de fresno, sauce o ficus. El lugar ideal para esos árboles son los parques. Allí tienen espacio para que sus raíces, superficiales en el caso del ficus, crezcan libremente, según Ivonne Vásconez, diseñadora de jardines y propietaria de Barro y Flor.
Las especialistas coinciden en sembrar a tres metros de distancia de una pared árboles como el ciprés vela o piramidal o arbustos como las eugenias, pues como la raíz es el reflejo de su copa, en estos casos esa crece hacia abajo. Se la conoce como pivotante. La distancia es necesaria para también evitar problemas de humedad, según Vásconez.
A las raíces que crecen como una malla, en cambio, se las llama rizomáticas. Es el caso del bambú.Para controlar sus raíces se sugiere sembrarlo dentro de una jardinera de cemento o sobre una base de plástico.
El ciprés piramidal (izquierda) y las eugenias pueden crecer a tres metros de distancia de la pared de una casa.
“Su raíz se extiende y más tarde podría sorprenderla con un retoño en un lugar inesperado”, dice León de Banderas.
Otra opción para embellecer el jardín evitando contratiempos es la palmera coco cumbi o coco plumoso, pues “posee una raíz en forma de melena que se mantiene compacta”.
Por ese motivo es posible trasplantarla, labor complicada cuando se trata de un algarrobo, por ejemplo.
Este árbol tiene una copa que se abre hacia los lados, al igual que las raíces, y durante el proceso de remoción se estropean. Solo en ciertos casos se adaptan al nuevo terreno.
Castillo añade que para lograr jardines frondosos es necesario riego constante y una poda adecuada: se retiran las ramas secas, las cruzadas y las chuponas. Estas últimas crecen verticalmente, absorbiendo los nutrientes.