En la construcción se optó por la madera de eucalipto para aprovechar el material de la zona. Fotos: Cortesía Jorge Ramón
Situada en el borde entre Pichincha e Imbabura, cobijada por las montañas andinas y sus árboles, la Casa Eucalipto se funde con ese entorno natural. A 20 minutos de San José de Minas está el poblado Atahualpa, y luego de adentrase más entre la naturaleza se ubica este proyecto realizado por el Taller de Arquitectura.
Construida por pedido de una familia que buscaba alejarse del concreto y del ruido de la ciudad para pasar los fines de semana, para Jorge Ramón, arquitecto del proyecto, la casa es un manifiesto sobre la utilización del eucalipto en áreas rurales del Ecuador donde abunda el mismo. Explica que el proyecto reinterpreta la vivienda tradicional de las zonas rurales y su gente. “Lo hace contemporáneo y muy eficiente energéticamente”.
El eucalipto es el protagonista de la casa. Está en la estructura y en el cerramiento.
La construcción es el resultado de una serie de diagnósticos y estrategias para hacer de la vivienda funcional sismorresistente y que no irrumpa en el paisaje natural.
La idea de la implantación era apropiarse de la vista. Luego se analizó el clima y la humedad. Por eso se planteó como una casa elevada con una cubierta simple a dos aguas y de forma rectangular; sistemática, para poder construir fácil y artesanalmente.
Debido al difícil acceso y a la falta de electricidad, la construcción fue un reto, asegura el arquitecto. Indica que se utilizaron plantas eléctricas y se optó por hacer campamentos de trabajo de 21 días.
La cocina tiene algunos materiales reciclados.
Además, el presupuesto era limitado, entonces tenían que optar por un material que sea amigable, que se vincule al entorno, que sea de fácil construcción y que sea estructura y cerramiento al mismo tiempo.
La respuesta estaba alrededor: el eucalipto que abunda en la Sierra ecuatoriana. Es así cómo se eligió esta madera como material principal. Se ocupó en forma de viga para la estructura y en forma de duela para el cerramiento.
La casa cuenta con una cocina, sala, comedor, dos dormitorios, baño y bodega.
Ramón señala que el eucalipto ha sido relegado por la creencia de que se dobla o se parte y por ende no es factible para la construcción. Para el arquitecto eso sucede porque no se sabe cómo extraer, cortar y secar adecuadamente esta madera. Si se cumple con ese proceso se convierte en un material idóneo porque es resistente.
Incluso es un elemento que puede reemplazar a otras maderas o estructuras de acero.
Bajo esta idea, la casa expone que un material bien trabajado puede convertirse en una solución local para reducir los daños en la selva amazónica por la tala de árboles.
La ubicación de la vivienda permite una vista del paisaje natural desde el porche.
La casa de 110 metros cuadrados de construcción se compone de cuatro pórticos iguales, que modulan la vivienda al tiempo que configuran la estructura. Tiene una cocina en la que priman materiales reciclados de la familia, dos dormitorios, un baño y una bodega.
La orientación fue otro punto clave. Al este se ubican los ambientes como la cocina y comedor, consideradas zonas de día, mientras que al oeste se sitúan los dormitorios y sala.
Para el arquitecto, lo importante del proyecto es cómo a la vivienda local de siempre se le puede tecnificar, para que pueda suplir necesidades del siglo XXI manteniendo la lógica del contexto. Por ello se considera viable para ser multiplicada en otros sitios de la Sierra, bosques nublados y zonas rurales con costos mínimos.