Arquitectura que reduce la huella ecológica

Paneles solares y bombas de calor calientan el agua de uso diario.

Brindar total confort al habitante de una casa o de departamento reduciendo al máximo el consumo de energía y estar en sintonía con las necesidades del planeta son los principales objetivos de la arquitectura bioclimática.
Esta va más allá de los conceptos tradicionales relacionados con la arquitectura verde y sostenible, según el arquitecto Mauro Cepeda, Co-Fundador de Arch-Bio.
En la arquitectura bioclimática se complementan aristas como la eficiencia de agua y de energía, el adecuado manejo de la luz, las estrategias para lograr una buena ventilación natural, entre otras.
Todas esas aristas se consideran antes de iniciar con el diseño del proyecto, pero también son posibles en una construcción a punto de terminarse. “Aquí aplicamos vamos tecnológicas”.
Es más sencillo y se abaratan los costos -entre un 20 y 40%- cuando se arranca desde cero, señala el arquitecto Santiago Morales, también Co-Fundador de Arch-Bio.
Eso sucede porque se buscan materiales entre los proveedores locales en lugar de importarlos, por ejemplo.
Tesla, un edificio en el centro norte de Quito, se construyó contemplando el diseño bioclimático y allí intervino la oficina de arquitectura Arch-Bio. Trabajaron junto a Evolution, una empresa especializada en diseño sustentable y ecoeficiente.
Otra característica de la arquitectura bioclimática es que las aristas están envueltas por una solución de estrategias pasivas y no activas. La primera conlleva el uso de energía, mientras que en la segunda solución el buen diseño arquitectónico evita al máximo el consumo energético.
En Tesla, por ejemplo, instalaron paneles solares y bombas de calor para calentar el agua de uso diario. Así prescindieron del gas centralizado o de calefón eléctrico.
Tras pasar por las bombas de calor -que calienta tras absorber la energía del ambiente- el agua se almacena en unos tanques, cuya temperatura es monitoreada constantemente.
También instalaron sistemas para tratar las aguas grises y regresarlas al inodoro. Esa agua también se utiliza para el riego de los jardines, donde abundan plantas endémicas, que contribuyen a la conservación de insectos como las abejas.
Con el tamaño adecuado y disposición de las ventanas, en cambio, lograron una óptima circulación del aire y aprovechamiento de la luz natural.
Así los habitantes prescinden de ventilación artificial o calefacción. A los habitantes les basta con abrir o cerrar la ventana para contar con una eficiente ventilación cruzada.
Cuando se contempla a la arquitectura bioclimática desde el inicio el análisis toma seis meses: parten del estudio del sitio donde se construirá.
Cepeda cuenta que analizan la salida del sol, el comportamiento del viento y hasta la cantidad de lluvia que puede caer en un determinado sector. Está comprobado, por ejemplo, que hay mayor precipitación en el valle de Los Chillos que en Pomasqui, aunque la temperatura sea similar.
En Tesla, por ejemplo, hay un sistema que permite recolectar el agua lluvia y liberarla lentamente para evitar que colapsen las alcantarillas.
Los cálculos, según los especialistas, se desprenden de una metodología y proceso adaptada al medio ecuatoriano.
Los diseños son únicos, pues cada zona posee condiciones físicas y naturales específicas.
Actualmente trabajan en el diseño de una casa donde su propietaria busca la mayor cantidad de iluminación natural, pero conservando la privacidad al máximo. “Quiere luz, pero no ventanas. Para eso está la bioclimática”, dice Cepeda.