¡Las cosas buenas de la vida!

Las cosas buenas de la vida son esas situaciones, encuentros, pero sobre todo esas personas que te dejan postales y enseñanzas para almacenarlas en lo más profundo del corazón. Foto: Pexels
Les doy una pista: no son cosas materiales. Las cosas buenas de la vida son esas situaciones y encuentros, pero sobre todo esas personas que te dejan postales y enseñanzas para almacenarlas en lo más profundo del corazón; para engordar la memoria. Permanecen allí a pesar del paso de los años y aunque el mundo se pare de cabeza. Ahora son mías y de nadie más.
Son recuerdos de los que puedes echar mano cuando llegan esos benditos días grises. Te hacen reír, suspirar y hasta llorar; esto último fruto de la nostalgia porque nunca jamás se repetirán. Pero a pesar de eso hace te hacen sonreír.
A lo largo de mi vida he conocido a mucha gente; poquitas como la última.
Una vez más tengo que agradecer a la pandemia; creo que sin ella habría sido imposible hurgar en su vida y sacar su mejor versión. Aunque prometimos mostrarnos tal y como somos, sé que me presentó su cara más 'atractiva', la más vendedora; yo hice lo propio. Conocí su lado más noble. A través de largas y cálidas conversaciones me contó detalles de su vida; supongo todos lo moldearon y lo convirtieron en la persona que es ahora.
También descubrí su versión más divertida; demasiadas risas y hasta carcajadas. Justo ahora me acuerdo de las suyas y sonrío; sí, también se me escapa una lágrima porque nunca jamás las volveré a escuchar. Una razón más para aprovechar cada minuto junto a esas personas que logran sacarnos del modo automático en el que vivimos, que nos recuerdan que sobrevivimos a la pandemia, que estamos vivos.
Yo sí que disfruté de su compañía; cada segundo y cada minuto. A pesar de eso creo que el tiempo nunca fue suficiente. ¡Te lo dije muchas veces!
En fin. Siempre -desde hace casi siete años- levanto la vista al cielo: amo ver la luna y las estrellas. Pero con esa persona aprendí a mirar más allá. Cierro los ojos y veo la postal que me dejó y que por más que pase el tiempo estará allí para recordarme que fue real. Solo les puedo contar que alrededor de algo imponente hay muchas luces.
Pero además de su lado más noble y divertido, me mostró su lado más empeñoso. Ese que dice: el que quiere puede. Así fue como retomé la lectura y más pendientes. ¡Puntazo para ti!
Casi lo olvido: me recordó que por salud mental es importante regalarse tiempo para uno mismo. A ti te debo ahora mis lecturas a solas en ese lugar que también estará en mi memoria para siempre. ¡Gracias!
PD: Yo buscaré el mapa que jamás compraste y cada café que me tome en algún lugar extraordinario e incluso ordinario lo marcaré por los dos.
NOTA: La historia le pertenece a una persona muy querida para mí. La comparto con ustedes porque estoy seguro de que muchos se identificarán. Todas las personas tenemos un lado A y B; aquí definitivamente pesó su mejor versión.
Levanten la manito las personas que se han encontrado con estos seres maravillosos
Los leo en pgavilanes@elcomercio.com
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