Respirando Bienestar

Un espacio para hablar del bienestar que genera la práctica del ejercicio y la alimentación saludable en nuestro día a día. Aquí no hay espacio para solo el atún y la lechuga.

Paola Gavilanes. Blog Respirando Bienestar

Paola Gavilanes

Licenciada en Comunicación Social por la U. Central del Ecuador. Colabora con Grupo EL COMERCIO desde el 2007. Trabajó en la sección Deportes, Tendencias y Construir. Ahora escribe sobre BIENESTAR. Deportista aficionada y amante de la comida hecha en casa.

Un alto a la gordofobia

Hombres y mujeres menosprecian inconscientemente a las personas con medidas que sobrepasan el concepto de ideal. Foto: Pexels

Hombres y mujeres menosprecian inconscientemente a las personas con medidas que sobrepasan el concepto de ideal. Foto: Pexels

Todos –en algún momento de nuestra vida- hemos renegado de nuestros rollitos o lo que es peor, criticado los michelines de nuestro vecino o vecina, o de la compañera de trabajo. ¡Pero qué gorda!

Afirmaciones como esa genera la idea errada de lo que es un cuerpo perfecto; esa que a diario se cuela por las redes sociales como Facebook o Instagram, y que nos vuelve unos seres inconformes y prejuiciosos.

La Real Academia Española define al término 'prejuicio' como la opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. Por ejemplo, se cree que la delgadez es sinónimo de salud. Y eso, amigos y amigas, está alejado de la realidad.

Hay personas delgadas que tienen diabetes, que sufren de hipertensión o que registran un déficit de nutrientes. Existen personas robustas –de huesos anchos, como diría mi hermana-, en cambio, que sacan 100% en sus exámenes anuales de laboratorio.

Y en eso –precisamente- consiste, para mí, el cuerpo perfecto, en estar libre de enfermedades y en poder movese con facilidad, sin que a uno le truenen las rodillas o que le duela la espalda.

"Pero ¿cómo se atreve a ponerse esa ropa?" La idea errada de cuerpo perfecto también genera este tipo de cuestionamientos, cargados de efectos secundarios. Una sola palabra mal empleada puede sumir en una profunda depresión a hombres y mujeres.

Con esto no quiero decir que aceptemos el sobrepeso y la obesidad como algo normal, pero sí a los cuerpos que no se ajustan a nuestra idea de perfección.

Con mucho gusto he visto que, así como abundan los cuerpos 90-60-90 en las redes sociales, mujeres con otras curvas intentan levantar el ánimo y autoestima de las personas a las que juzgamos, incluso con la mirada.
Si se trata de una amiga o de un familiar cercano que está siendo presa del sobrepeso o de enfermedades como la diabetes, por ejemplo, podemos motivarlos a mejorar su plan diario de alimentación o invitarlos a dejar el sedentarismo.

Hombres y mujeres menosprecian inconscientemente a las personas con medidas que sobrepasan el concepto de ideal. Foto: Pexels

Para obtener los efectos deseados hallaremos el momento adecuado y utilizaremos las palabras correctas. Olvídese del "¡qué bestia, cómo te has engordado, vamos a correr!" o "¡cuidado con esos botones, que ya mismo salen volando!".

Para animar a mis amigos y hermanas les comparto recetas de alternativas saludables o les pido que me acompañen a caminar porque tengo miedo de ir sola. Así, además de activarnos, chismeamos un poco.

También los invito a retarse. ¿Qué tal sumar 5 000 pasos al día y beber agua con más frecuencia? A mí, por ejemplo, se me ha metido en la cabeza cumplir con las porciones de frutas y verduras recomendadas por los expertos en nutrición. Me tracé esa meta porque me percaté de que mis platos solo contenían arroz, huevo y algún tipo de leguminosa.

Así es como podemos ayudar a nuestros seres queridos, pues ni el vecino ni la compañera de trabajo nos han pedido nuestra apreciación, ni tampoco consejos.

¿Han recibido sugerencias gratuitas?

Yo sí. Me la hizo uno de mis mejores amigos. Gracias a él me di cuenta de que la dieta de atún y ensalada me estaba dejando en huesos. Obviamente lo hizo sin tino (risas). ¡Así es él!

Los leo en pgavilanes@elcomercio.com