Cientos, o quizá miles, de campesinos -productores y emprendedores- están en una especie de lucha contra el tiempo, tras 11 días paralización, saqueos, destrozos y pérdidas.
Ni bien se anunció el fin de la movilización indígena, la noche del domingo, ganaderos, avicultores, agricultores y muchos más productores pusieron en marcha sus planes para recuperar lo poco que les quedó, después de los ataques, o para empezar de cero, en algunos casos.
Los ganaderos de Tagualac (Riobamba) elaboraron quesos con la leche que almacenaron en 11 días, en vista de que no pudieron entregarla a las industrias. Aunque vendieron los quesos a mitad de precio, la pérdida fue menor. Sus pares de Quiroga y El Sagrario en Cotacachi hicieron lo mismo. En Pastaza, los avicultores alimentan a las aves que sobrevivieron -otras murieron por falta de agua o alimento- para que se engorden rápidamente y así, reactivar las ventas.
No son los únicos ejemplos; hay muchos más, que perdieron años de trabajo, pero más pudo su coraje para volver empezar y probar que pueden levantarse otra vez.
Ellos necesitan ayuda, sobre todo financiera de la banca pública, pero también de la privada y en condiciones especiales. Solo requieren un empuje para tomar impulso.
Lo que les acaba de pasar demuestra que es urgente ayudar a los agricultores y productores pequeños, a través de un plan de integral, a largo plazo. Es decir, que no solo sea asistencialista, con la entrega de semillas, insumos y otros regalos, que solo son demagógicos, populistas y de interés electoral.
Eso se ha hecho en los últimos 40 años y las condiciones no han cambiado en el campo.
Con un buen programa de desarrollo, los campesinos contarán con mejores herramientas, como -por ejemplo- suficientes tanques de almacenamiento y de enfriamiento de la leche, con los que no contaron los lecheros durante este paro. Muchos botaron la producción a los pastizales. Ellos volvieron a emprender y es la oportunidad para apoyarlos.