Septiembre 5. Quevedo. Rosa llevaba de la mano a su hijo de 4 años cuando un hombre la embistió en la acera y la apuñaló. Su cadáver tenía 12 heridas en tórax, abdomen, espalda, brazos.
Septiembre 5. Quito. Eliana tenía el rostro desfigurado, la nariz rota, el cabello de sangre. Sobrevivió, casi pierde un ojo, para ver cómo la Justicia concluía que el hombre que la zurró a puntapiés incurrió en una agresión compatible con “lesiones” en el Código Orgánico Integral Penal (COIP).
“Lesiones”. Como si la violencia de género fuese igual que un encontrón entre ‘machos alfa’. Como si hallar a una mujer inconsciente en el piso, con moretones y la cabeza inflamada, reducida por un hombre, fuese asunto aislado, ‘normal’, para olvidar. Como si la nuestra no fuese una sociedad patriarcal.
Sí. El machismo está arraigado en la sociedad y es cotidiano en la calle, casa adentro, en el Estado. Una de cada cuatro mujeres sufre violencia sexual en Ecuador; seis de cada 10, violencia de género (Instituto Nacional de Estadística y Censos), y en esta violencia cotidiana prima la impunidad.
El crimen de Rosa fue un femicidio; el atacante, detenido, aseguró que fue mandado por la expareja de la víctima, padre del pequeño. El ataque a Eliana, coinciden colectivos como Surkuna y la Red Nacional de Casas de Acogida para Mujeres Víctimas de Violencia, fue un intento de femicidio.
Incurre en femicidio la persona que, como resultado de relaciones de poder, mata a una mujer por el hecho de serlo: cárcel de 22 a 26 años. El COIP castiga la ‘tentativa’ con uno a dos tercios de la pena que correspondería si el delito se consumaba y contempla la máxima pena si un femicidio es perpetrado por la pareja: ¿dos tercios de 26 años?
En Ecuador hay un femicidio cada tres días (60 del 1 de enero al 7 de septiembre del 2018). Las parejas son los principales femicidas (83%). Y no es excepcional la indefensión: 18% de víctimas denunciaron al agresor pero el Estado las abandonó; están muertas. Señores, de qué sirve constatar violencia de género si miran para otro lado, si no existe esa conciencia urgente de que nuestro machismo mata.