En poco más de dos décadas, los niños menores de dos años pasaron a ver el doble de contenido audiovisual en una pantalla. A finales de los noventa, un pequeño en esa edad veía una hora y media de televisión. En el 2017, esa misma población mira tres horas o más de TV o también en su tableta, celular o computadora.
La penetración de las tecnologías móviles ha cambiado radicalmente el tiempo de permanencia de una persona frente a una pantalla. De acuerdo con Fernando Jaramillo, experto en historia de la televisión, la familia promedio pasaba cerca de tres horas frente a la pantalla de su televisor en los años noventa. En el 2019, los estudios revelan que una persona adulta está cerca de 10 horas interactuando con distintas pantallas.
A pesar de que esta permanencia frente a una pantalla parezca de lo más normal para un adulto, en el caso de los menores de 12 años puede traer algunos problemas. Al respecto, Francisco Xavier Jijón, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Pediatría, explica que el uso excesivo de computadoras o celulares afecta directamente la capacidad de relaciones sociales que pueda desarrollar un niño con personas de su edad o entorno.
¿Pero qué es específicamente el uso excesivo de estos aparatos? Una de las primeras respuestas a esta interrogante la ha tratado de resolver la Organización Mundial de la Salud, que recientemente publicó unos lineamientos para combatir el sendentarismo, promover la actividad física y velar por una calidad óptima de sueño en menores de cinco años de edad.
Mala calidad de sueño, sedentarismo, entre otros, son algunos de los efectos por el uso excesivo de dispositivos. Foto: Pixabay.
El documento explica que, por ejemplo, un niño entre los uno y cinco años no debe pasar más de 60 minutos frente a una pantalla. Al sobrepasar la primera hora, el niño ya puede estar entrando en parámetros para ser vigilados, sin embargo, esta propuesta de la OMS parece un poco fuera de lugar para la psicoterapeuta infantil Alejandra Maldonado.
En su consultorio, Maldonado atiende casos relacionados, entre otros, con uso excesivo de celulares, tabletas, computadoras o televisores. A su criterio, las nuevas tecnologías permiten que los niños, en dos horas frente a una pantalla, puedan aprender un nuevo idioma o reforzar conocimientos como los colores, lugares, cuidado ambiental, etc., siempre y cuando estos sean contenidos educativos. Ella considera que, en este momento, el uso excesivo debería catalogarse cuando el menor está más de tres horas consecutivas en esta situación y cuando la mayor parte de este tiempo se use para contenido basura.
Jijón, en cambio, sugiere que el uso de aparatos se limite a una hora, sobre todo en los menores de cinco años. Considera que una de las problemáticas en estos casos es que esto podría afectar al lenguaje, ya que el lenguaje digital es pobre con respecto a lo que un niño pueda aprender con un libro, sea leyéndolo por su cuenta o en voz alta por sus padres.
En torno a esta situación, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) recomienda a los padres de familia que se establezcan controles parentales en los dispositivos para que se pueda controlar el uso de los mismos. Aunque conocen que no se puede reducir el uso de los equipos, dicen a los padres que pongan especial atención al momento de dormir, ya que los menores deben alcanzar un sueño óptimo.