Al igual que el ser humano, las mascotas también dejan una huella perjudicial en la naturaleza. Foto: Pixabay.

Al igual que el ser humano, las mascotas también dejan una huella perjudicial en la naturaleza. Foto: Pixabay.

¿Qué tan verde es tu mascota?

Al igual que el ser humano, las mascotas también dejan una huella perjudicial en la naturaleza. Foto: Pixabay.

Aunque le entre la duda, un perro de tamaño mediano produce una huella ambiental dos veces más (0,84 hectáreas) que un Toyota Land Cruiser (0,41 hectáreas).  Así es, para medir cuánto contamina una mascota, Robert y Brenda Vale -de la Universidad de Wellington en Victoria (Nueva Zelanda)- analizaron cuántas hectáreas son necesarias para producir los ingredientes de diferentes marcas de alimentos para mascotas. Al igual que para el ser humano, el impacto ambiental de una mascota depende de su consumo.

En breves términos, la huella ecológica es el área necesaria para producir los recursos que se consumen (cultivos, pastos, mar y bosques) y para asimilar los residuos (gases de efecto invernadero) por una población definida con un nivel de vida específico.

Pequeños y grandes, juguetones y traviesos; son excelentes compañeros, los mejores amigos y aliados de las personas. Sin embargo, al igual que el ser humano ellos también dejan una huella perjudicial en la naturaleza. Si se tiene una mascota y se elige el camino de la sustentabilidad, se debe conocer el impacto que tienen en el ambiente.

Los Vale, en su libro ‘Time to Eat the Dog: The real guide to sustainable living’, afirman que se necesita 43,3 metros cuadrados de terreno para generar un kilo de pollo al año y 13,4 metros cuadrados para producir un kilo de cereales.

Los míninos también son parte de la situación, la huella ambiental de los gatos está en 0,15 hectáreas, un poco menos a la de un Volkswagen Golf.  Los hámsters, por su lado, parece que utilizan 0,0014 hectáreas, siendo responsables de un menor impacto ambiental.

De todas formas una mascota contamina casi menos de la mitad que un ecuatoriano en promedio. Según datos del Ministerio del Ambiente de Ecuador (2011), cada ecuatoriano en general tiene una huella ambiental de 1,94 hectáreas. Mientras que el impacto de un perro grande -en los cálculos de los Vale- es de 1,1 hectáreas.

Además de devorar la comida, los perros y gatos devastan ecosistemas. En muchos lugares del mundo, especialmente en islas, como las Galápagos, son considerados especies invasoras, perjudicando a los animales originarios de la zona. La Global Change Biology calculó que los gatos ferales son responsables de por lo menos un 14% de la extinción de pájaros, mamíferos y reptiles de las 120 islas estudiadas y 175 vertebrados.