Entrevista a Xavier Lasso , ministro de relaciones exteriores subrogante. Foto: Julio Estrella/ El Comercio
Entrevista a Xavier Lasso, ministro de relaciones exteriores subrogante.
Esta entrevista se dio el miércoles (9 de septiembre), un día antes de anunciarse la cita de cancilleres de Colombia y Venezuela en Quito.
¿Qué se puede hacer en dos meses como Canciller en momentos tan delicados del escenario mundial?
Lo principal es sostener la política internacional que ha tenido el Ecuador en la Revolución Ciudadana, que es profundamente latinoamericana, defiende la soberanía de todos los pueblos y de todos los Estados, una política internacional que cree en la independencia. Parecerá un enunciado, pero cree en la dignidad de los pueblos. Eso nos ha permitido ser coherentes en la defensa de Cuba en Naciones Unidas.
Eso ha sido histórico…
Pero hubo momentos de contradicción. Cuba para nosotros es la representación de la dignidad de los pueblos. Se nos mira con sospecha porque coincide con la amistad con Venezuela e Irán. Es una defensa de principios que no es fácil de entender.
Ecuador dice que la Celac es una alternativa a la OEA. Como Presidente Pro Témpore, ¿qué hace Ecuador en el conflicto entre Colombia y Venezuela?
Estamos intentando, pero Celac es muy joven.
Entonces, la OEA es aún la instancia natural para este tipo de conflicto binacional.
La asimetría en la OEA es brutal. Canadá y EE.UU. no son América Latina. No estoy diciendo que son enemigos, pero no tienen los mismos intereses. Antes no hablábamos de la asimetría, porque nos parecía natural. Creíamos que EE.UU. era nuestro escudo protector y había que tener una alianza con él. Cuando América Latina empieza a construir homogéneamente su conciencia, toma conciencia de las asimetrías. Ahora se dice querer una OEA sin Canadá ni Estados Unidos.
En esta región también hay asimetrías…
No importa, porque tienen carácter latinoamericano. Podemos hablar con ellos de Latinoamérica. Eso no se puede con Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, Paraguay se ha quejado por las asimetrías en Mercosur. El grande del barrio (Brasil o Argentina) se impone…
Sí, puede ser. Pero nosotros estamos en la denostada Alba, porque se dice que tiene mucho carácter político, frente a la Alianza del Pacífico, que tiene intereses económicos. Y dicen que ahí esta el verdadero corazón de una integración. Es un reduccionismo creer que hay que crear riqueza para luego repartirla. La riqueza se apropia y nunca se reparte. Por eso debemos tener un Estado que diga ‘vamos a poner orden’, hacer inversión social, porque la deuda sociales es más importante que la deuda externa.
En otro tema, ¿cuál es la situación de Manuela Picq?
Tenía una visa de intercambio cultural, que le impedía manifestaciones políticas y lo sabía. Es difícil creerle que no estaba manifestándose políticamente. Cometió una ilegalidad. Hay manifestaciones que es expresar el pensamiento, visión del mundo, ideología, que también son políticas. Me refiero a las violentas en las calles. No vamos a sostener que no hubo violencia. No eran angelitos…
Tampoco de angelitos la manera cómo la detuvieron.
El Estado tiene el uso legítimo de la fuerza. Por eso tiene Policía y Fuerzas Armadas.
¿En qué queda la ciudadanía universal promovida por el país? Si es tener derechos y deberes, un derecho es la participación política…
La ciudadanía universal es una propuesta hecha por Ecuador al mundo.
Por tanto, ¿inaplicable?
Porque el mundo no nos acepta plenamente el concepto de ciudadanía universal. Tenemos que construir acuerdos con el resto de las naciones para aplicarla plenamente. Es una meta, una utopía. Es legítimo tener utopías pero no ser ingenuos: no se puede proclamar unilateralmente la ciudadanía universal, mientras los demás piden visa. La proclamo para que los demás me la tomen.
Pero Ecuador tiene tan poco peso internacional…
De acuerdo. Somos un país pequeño pero con el pleno derecho de hacer propuestas.
¿Podemos dar el ejemplo?
Está dado, porque proclamamos la ciudadanía universal.
Y, ¿dar el ejemplo en el caso de Manuela Picq?
Es que tampoco es un ejemplo lo que hace con Ecuador, que la acoge y luego se manifiesta como se manifiesta.
¿Siente que le costó haber dicho que la clase media quiteña es violenta?
No me costó, porque fue un reduccionismo y hasta perverso, porque dije ‘cierta clase media quiteña’. Con eso quise acotar y después me acusaron de antiquiteñismo. Soy guayaquileño, pero de origen quiteño y todo lo he hecho en Quito sin animar discursos regionalistas.
¿Es reduccionista decir que las marchas fueron mayormente violentas? En Chile, las marchas estudiantiles terminaban en violencia.
Pero era una discusión superior: peleaban por educación libre. Acá no se entiende qué es lo que están pidiendo. Básicamente se oculta el temor a una reelección de Correa.
O defender las reglas de juego de la Constitución…
Que permiten la reforma constitucional. No diré que el modelo es perfecto porque está cargada de contradicciones y se cometen errores. Falta mucho en el sector indígena. La inversión social aún es insuficiente y debemos seguir profundizando. En ese contexto, ¿en el orden de prioridades, qué está primero, libertad o igualdad? A partir de la igualdad vamos a discutir de libertad. La miseria aniquila y los sectores sociales mayoritarios han estado rodeados de miseria. Cuando me planteo la discusión entre igualdad y libertad, prefiero la igualdad.