Redacción Mundo
Unos 2,56 millones de uruguayos, sobre 3,2 millones de habitantes, están habilitados para votar en las presidenciales de hoy para elegir al sucesor de Tabaré Vázquez, el primer mandatario socialista del país.
En la instancia, que tiene carácter obligatorio, compiten cinco candidatos. El oficialista José Mujica (Frente Amplio, izquierda) es, según las encuestas, favorito para superar a los candidatos Luis Alberto Lacalle (Partido Nacional, conservador), Pedro Bordaberry (Partido Colorado, centroderecha), Pablo Mieres (Partido Independiente) y Raúl Rodríguez (Asamblea Popular, extrema izquierda).
La mayoría de politólogos coincide en que con seguridad se deberá recurrir a una segunda vuelta, el 29 de noviembre, entre los dos primeros (ver semblanzas), para definir al sucesor de Vázquez.
El tercer candidato fuerte es Pedro Bordaberry. Con 49 años, este aspirante es el más joven en la elección de hoy. Es hijo del ex dictador Juan María Bordaberry (1973-1976).
Cuando la coalición Frente Amplio ganó el poder en 2004, puso fin a un sistema bipartidario (entre blancos, nacionalistas, y colorados, liberales) surgido tras la independencia de Uruguay en el siglo XIX. Esta nueva realidad no cambiará en el futuro inmediato, según analistas. Estos prevén una alternancia en el poder de una izquierda moderada al estilo europeo, lejos de modelos más radicales de algunos países sudamericanos, y la centroderecha representada por las dos corrientes políticas históricas uruguayas, antes antagónicas.
“Hoy tenemos por un lado un 40%, con una adhesión firme hacia el Frente Amplio, más o menos su piso electoral”, dijo Gustavo de Armas, profesor del Instituto de Ciencia Política (ICP) de Montevideo. “Otro bloque del electorado, un poco menor, tiene una adhesión hacia los partidos tradicionales”, agregó.
Los partidos Colorado y Blanco (por los colores de sus divisas) se habían alternado sin interrupción en el Gobierno desde la independencia del país, en 1825.
Las corrientes de izquierda surgieron desde principios del siglo XX, primero con el centenario Partido Socialista, al que se sumó el Comunista tras la revolución soviética, la Democracia Cristiana y otras tendencias.
Esas fuerzas y los disidentes de los partidos tradicionales fundaron el Frente Amplio, que obtuvo un 18 % de los votos en 1971. Huelgas y protestas, así como el surgimiento de la guerrilla urbana Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN) en la década de los sesenta, derivaron en el golpe de Estado de 1973, que instaló un régimen militar que se extendió hasta 1985. Luego de dos gobiernos colorados y uno blanco, el Frente Amplio puso finalmente en la presidencia al socialista Vázquez, médico de 69 años, con 50,45 % de los votos emitidos.
En forma paralela a la elección del Presidente y de legisladores, los uruguayos deberán decidir otros dos temas. Uno, si se anula o no la Ley de Caducidad. La Ley de Caducidad fue aprobada por el Ejecutivo en 1986, al retornar la democracia a Uruguay, y refrendada en un plebiscito tres años después.
Esta estableció que no se podrá acusar ni a militares ni a policías por haber violado los derechos humanos durante la dictadura militar (1973-1985). Y dos, se consultará si los ciudadanos uruguayos que residen en el exterior tienen derecho al voto.
Vázquez deja como herencia un país en marcha y con una alta popularidad y un dolor de cabeza. Este último se refiere a la fábrica finlandesa de cartón Botnia, rentable para los uruguayos, pero que es cuestionada duramente por Argentina por los presuntos daños ambientales que la planta ocasiona. El caso llegó a la Corte Internacional de La Haya.