17 ambulancias y un helicóptero participaron en el rescate de las víctimas del accidente en la vía Alóag – Santo Domingo el pasado 8 de noviembre. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Era 19 febrero del 2012. El país vivía el feriado de carnaval. Esa mañana, desde las ambulancias se anunciaban un “gran accidente” de tránsito. Poco a poco salían los datos hasta que se confirmaron 30 muertos.
Rubén Santafé recordó en las últimas horas que ese hecho, ocurrido en Ibarra (norte de Ecuador), implicó una suspensión a la cooperativa. Pero la sanción sólo fue de 15 días y luego las unidades comenzaron a trabajar.
Y ¿los muertos? Por ejemplo, la familia Alvarado perdió a nueve parientes.
Alfonso Alvarado perdió a su esposa, Yolanda Gómez (de 58 años), a sus hijos Yolanda Elizabeth y Álvaro Mauricio. A sus hijos políticos Marco Castillo y Ana Lucía Guamán.
También a sus nietos Steven y Melany Castillo Alvarado y a Adrián Alvarado Guamán. Además, a su consuegro Galo Guamán.
En una entrevista que este Diario le realizó cinco meses después de ese siniestro, Alvarado contó como fue ese día:
“A las 08:00 más o menos, salí a la tienda para poner una recarga a mi teléfono celular. Pero no había sistema. Quería llamar a mi familia para ver cómo había llegado a la playa de Las Peñas.
Cuando retornaba a la casa una vecina me comentó que un bus de la cooperativa Espejo se había accidentado en la vía Ibarra-San Lorenzo y que había varios muertos. No le di mayor importancia.
Luego Xavier Castillo, hermano de mi yerno, llegó preguntando por Marco. Le expliqué que había madrugado para ir a la playa y que decidieron viajar en un autobús.
Ahí me dio la noticia. Me contó que un primo suyo, que es bombero, le había dicho que Marco viajaba en el vehículo que se chocó contra una peña y cayó a un barranco de unos cinco metros.
Me volví loco. Cerré las puertas de mi casa. Tomé un taxi y fui al hospital. Sentí un escalofrío que me recorría el cuerpo al ver una multitud y los patrulleros que cerraban las calles aledañas al hospital San Vicente de Paúl.
Mi primera sorpresa fue ver a mis dos nietas: Melany e Isabel. Salían en una ambulancia rumbo al aeropuerto de Ibarra. Les iban a llevar en helicóptero a Quito.
No sabía qué hacer. Esta situación ha sido desesperante. Pero tomé fuerzas. Intenté comunicarme, vía celular, con mis hermanos Manuel y Jaime, que viven en Quito. Quería pedirles que se hicieran cargo de mis nietas que iban al hospital Baca Ortiz.
En ese momento estaba solo. Un ex compañero del Ejército me llevó en una motocicleta hasta la casa de mi hermana Beatriz. Ella me ayudó a pedir a mis hermanos que contactaran a mis dos nietas.
Pero el drama recién empezaba. Fue un domingo terrible para mí. Regresé al hospital e ingresé desesperado atropellando a los guardias, que no permitían el paso de ninguna persona.
En el anfiteatro estaba mi hijo Mauricio, que era periodista del canal EcuadorTv. Fue un golpe duro verlo ahí inerte”.
Al comentar sobre el último accidente con 15 muertes, Santafé dice que debe haber más vigilancia, para que los buses que viajan toda la noche vayan con al menos dos choferes para que puedan descansar.