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El robo a fallecidos por covid-19 en hospitales de Ecuador sigue impune a 3 años de la pandemia

A tres años de la muerte de Augusto Itúrburu, el Estado ecuatoriano no sanciona a las personas que vaciaron su cuenta bancaria 24 horas después de fallecido de covid-19, en el pico de la pandemia en Guayaquil. Foto: Cortesía

El 15 de abril de 2020 falleció Augusto Itúrburu, víctima del covid-19, en Guayaquil. Tres años después, la justicia ecuatoriana no ha capturado ni ha sancionado a la persona o personas que robaron sus pertenencias y vaciaron su cuenta bancaria hasta 24 horas después de su muerte.

Itúrburu, periodista deportivo, ingresó al Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) Los Ceibos con síntomas de covid-19. No se sabe si se contagió durante el partido entre Barcelona e Independiente del Valle o en sus visitas a médicos para curarse de una tos persistente que padecía.

Entró con sus anillos, cadenas, billetera y celular. También tenía la tarjeta de una cooperativa de ahorro y crédito donde su padre, también de nombre Augusto, tenía el dinero de su jubilación.

Desde el hospital relataba a sus amigos, a su novia y a familiares lo que pasaba. Mensajes como “hoy entubaron a tres” o un dramático “sáquenme de aquí” fueron recibidos durante su cautiverio.

Pero su salud se deterioró, el oxígeno y el suero que recibía no fueron suficientes para doblegar al coronavirus y falleció. Su debilitamiento coincidió con el silencio de sus mensajes a sus allegados.

Tras su muerte, los familiares reclamaron el cuerpo y los objetos de valor. Una persona les dijo que, por política del hospital, esos ar­tículos personales se incineraban, lo cual era falso.

El caos era tal en abril del 2020, que los cadáveres se perdían en los hospitales. Los médicos, mal abastecidos, no tenían idea de cómo combatir el mal.

La muerte estaba de paseo en Guayaquil, donde la gente se moría en las calles. El gobierno de Lenín Moreno no implementó un mecanismo eficaz para retirar los cuerpos de las casas o de las calles, donde eran colocados por sus familiares en un intento por alejar la peste y el contagio.

La alcaldesa Cynthia Viteri entregó ataúdes de cartón y bloqueó el aeropuerto, lo que evitó el aterrizaje de vuelos humanitarios.

Augusto, un dolor multiplicado

Nelson, hermano de Augusto, fue el encargado de retirar el cadáver del periodista. También fue quien habló con su padre para ­darle la dolorosa noticia.

"Sentí que mi padre murió cuando le dije que Augusto había fallecido”, dijo en diálogo con EL COMERCIO. El dolor en casa de los Itúrburu-Carabajo estaba fresco, la madre había muerto en enero por un cáncer de estómago.

Pero aún había más que agregar a la tragedia de esta familia. Un día después de haber conocido de la muerte de Augusto, alguien siguió sacando dinero de la cuenta bancaria hasta vaciarla por completo.

Nelson acudió a los amigos de su hermano para denunciar la noticia de que alguien robaba a los muertos. También fue a la Fiscalía y a la cooperativa de ahorro y crédito.

Sin respuestas

Una parte de las investigaciones consistió en acechar con llamadas y visitas a los amigos de Augusto, para que dieran detalles de lo que habían denunciado en redes sociales. A algunos de los periodistas que denunciaron el delito los fueron a ver a la casa y los llamaron al teléfono en plena cuarentena por la pandemia.

Los investigadores, identificados como oficiales de la Policía Nacional, no tenían orden de captura. Pedían que salieran de las casas, donde estaban confinados, para hablar en los vehículos sin placas ni identificación.

En Guayaquil no había movilización para levantar a los muertos de las calles y casas, pero los investigadores del caso permanecían estacionados fuera de la casa de los denunciantes por horas.

"No hicieron caso de las fotos que nos entregó la cooperativa, donde se ve a los que retiran la plata de la cuenta de mi hermano”, recuerda Nelson.

Ahora la causa está cerrada, archivada, sin presos ni nombres. La familia de Augusto todavía espera una respuesta del Estado.

Dinero a cambio de silencio

La Directora del hospital en ese tiempo llamó a los familiares de Itúrburu y les entregó USD 700. Les dijo que era imposible recuperar las pertenencias y les pidió que retiraran la denuncia.

"No sé si ella puso el dinero o hizo una colecta”, relata Nelson. Ellos recibieron el dinero y mantuvieron la causa en la justicia.

El padre de Nelson y Augusto murió sin tener respuestas de lo que pasó en el caso de su hijo. Un cáncer fulminante cortó su vida en agosto de 2020.

Augusto se fue sin saber si su hijo fue la única víctima o si hubo más personas que fueron robadas en
el lecho de muerte del pico de la pandemia de covid-19 más mortal en Ecuador.


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