Los coyotes les instruyeron una y otra vez. Les dijeron a los migrantes que solo viajen con maletas de mano y que ahí lleven bermudas, camisetas, gafas y sombreros de ala ancha.
Así parten los migrantes desde Quito a Chichén Itzá, un complejo de ruinas mayas en la península mexicana de Yucatán. Una última advertencia antes de salir de Ecuador: si hay problemas con los policías insistan que son turistas.
Parados en las afueras del aeropuerto de Tababela, las familias que llegan a despedirse cuentan estos detalles y cómo los traficantes los instruyen para viajar y entrar clandestinamente a Estados Unidos.
Ellos saben que Quito-Chichén Itzá también es explotada para la migración irregular.
Los coyotes les dicen que por allí hay menos controles y que en la capital de México existen más filtros para poder pasar.
“Nos dijeron que por ahí ya hay problemas, porque han puesto más policías y ellos impiden el ingreso”, comenta una mujer antes de viajar con su hijo de 6 años. Cada semana retorna un promedio de 80 ecuatorianos, a quienes se les impide entrar a suelo mexicano.
Aunque esa nación no exige visa a los ecuatorianos, sí puede restringir el ingreso en caso de que se detecte que los viajeros no van de turismo, estudios o trabajos regularizados.
En abril y mayo pasados, desde Ecuador salieron a Chichén Itzá cinco vuelos con un promedio de 155 viajeros.
Inicialmente salían desde Latacunga. Hoy, la misma compañía que operaba desde allí lo hace desde Quito. En este mes ya se registran cuatro vuelos a ese destino.
El año pasado también se concretaron traslados. Pese a que entre marzo y septiembre, los meses más duros del covid-19, el complejo de Chichén Itzá estuvo cerrado, la gente decía que iba a conocerlo.
Juan Carloses de una comunidad de Colta, en Chimborazo, y muestra un díptico con la descripción de un tour que supuestamente incluye un viaje a Cancún. “Nos indicaron que si alguien nos pregunta adónde vamos, indiquemos esto y las maletas con ropa de turistas”.
Él tiene 27 años y está nervioso. Es la primera vez que se subirá a un avión y asegura que es necesario hacerlo, porque aquí “no hay oportunidades”.
Christopher, primo de Juan Carlos, dice que un coyotero les ofreció esta vía y garantizó que llegarán a EE.UU. en 3 días.
Cada uno pagó USD 14 000. Una vez en Chichén Itzá, se escogen tres rutas ilegales a Estados Unidos: vía marítima hacia Miami y viajes internos antes de pasar la frontera y llegar a Texas.
Los familiares de los viajeros saben que en los dos corredores restantes las mafias mueven toda una estructura para el cruce final. Movilizan vehículos para dejarlos cerca de la línea limítrofe y el último tramo lo cubren a pie. Por eso, la sugerencia es que todos viajen con pocas pertenencias.
Antes de partir, el miércoles de la semana pasada, una joven recordó lo que le dijeron los coyotes: “Nos indicaron que esta ruta es garantizada, por eso les pagamos USD 12 000 para poder ir”.
Aunque las bandas hablan de “viajes seguros”, la organización 1800-Migrante, que trabaja en temas de migración irregular, señala que 143 ecuatorianos han desaparecido en la frontera mexicana.
El jueves se conoció que dos jóvenes que intentaron cruzar el desierto no han tenido contacto con sus familiares desde noviembre del año pasado.
Un día antes se confirmó que otro menor de edad murió por deshidratación, al intentar cruzar el desierto de Texas. En Ecuador ya existen investigaciones abiertas contra organizaciones dedicadas a trasladar personas sin documentos.
El lunes último, en la Fiscalía de Cañar se abrió un proceso en contra de tres supuestos traficantes, un delito que es sancionado hasta con 10 años de prisión (art. 213 del COIP).
Los coyotes además han abierto rutas por las Bahamas.
El fiscal Jorge Vélez, quien inició las diligencias en este caso, señaló a EL COMERCIO que dentro del expediente constan las versiones de los familiares de cinco ecuatorianos que desaparecieron este año, cuando viajaban sin papeles.
Allegados de dos de ellos cuentan que la última vez que se comunicaron fue el 6 de marzo pasado. Ese día, los viajeros se conectaron a través de videoconferencia. “Para entonces, nuestros papis dijeron que se encontraban en Freeport, una isla que está a tres horas de Miami”, dijeron los hijos de Carolina y Juan Carlos. Desde entonces, no saben nada.
1800-Migrante recogió versiones de más familiares. “Nos dicen que hubo un naufragio, que están detenidos, nos marean diciendo que están secuestrados y hasta nos han robado dinero para supuestamente investigar el paradero de nuestras familias. Estamos desesperados y buscamos respuestas”, indicó Alicia Calle.
Todo se camufló como un viaje turístico, un hecho que ahora es investigado.