Ángel Ariel fue velado en la casa de su abuela, a donde llegaron familiares y amigos. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El lunes debía dar una evaluación de Lenguaje, pero Ángel Ariel no llegó a clases. El pequeño murió mientras iba a la escuela. Fue víctima de un atentado contra un vecino, que ofreció llevarlo en su moto.
El pasado martes 23 de julio de 2019, sus compañeros llegaron con mochilas y flores blancas al velatorio. El aula de cuarto de básica, en la Unidad Educativa Otto Arosemena Gómez, de Quevedo, en Los Ríos, fue cerrado por unas horas.
Frente al ataúd blanco, la madre lloraba. Su hermano mayor recuerda que un poco antes del crimen, Ángel había mencionado algo inusual. “Dijo que si él moría vendría a recoger a mi mamá, para que no sufra”. Esa fue la última vez que los familiares lo vieron con vida.
El pequeño fue la séptima víctima de la violencia en esa provincia, en lo que va de julio. Ese mismo día, un taxista fue acribillado con cinco disparos y sus atacantes huyeron.
Hasta junio, Los Ríos reportó 55 homicidios intencionales, según el Ministerio del Interior; 14 más que en el primer semestre del 2018. “La mayor parte de la violencia está vinculada con grupos criminales de microtráfico y de delincuencia organizada”, explica el coronel Fausto Salinas, comandante de Policía en la Zona 5.
Los índices delictivos encendieron las alarmas en junio. Para entonces, autoridades de la Policía y del Ministerio del Interior se reunieron para definir estrategias. Conformaron equipos que agrupan a miembros de la Dirección de Muertes Violentas (Dinased), Policía Judicial y Antinarcóticos.
Ángel vivía en La Victoria, un barrio recóndito, al pie de un cerro en el suroeste de Quevedo. Su humilde casa lucía desolada, al igual que el domicilio contiguo, en donde vivía el hombre que lo llevó a la escuela. Quien conducía el automotor era conocido como ‘Chuky’ y hace un mes había salido de la cárcel, donde ya había cumplido penas anteriormente, incluso por asesinatos.
El comandante de la Subzona Los Ríos, César Zapata, indica que días antes, el motorizado había sido herido en otro atentado. “La Policía intentó ingresarlo al sistema de víctimas y testigos, pero se rehusó”.
El lunes, pasado el mediodía, fue interceptado por dos hombres que también iban en una moto y usaban uniformes de una compañía de limpieza.
Dos balas acabaron con la vida de Ángel; su vecino recibió ocho proyectiles y fue trasladado a un hospital donde murió la madrugada de ayer, convirtiéndose en la octava víctima mortal de este mes. Ayer fue detenido quien prestó el vehículo a los asesinos.
El gobernador de Los Ríos, Camilo Salinas, recuerda que hace 15 días se reunió con las autoridades del Municipio de Quevedo para pedir la implementación de una ordenanza que impida la circulación de dos personas del mismo sexo en una motocicleta. “El 80% de acciones delictivas y muertes violentas son producto del modus operandi de dos personas en moto”, asegura.
Los robos a personas, a establecimientos comerciales, de vehículos y accesorios, y a camiones que transportan carga en carreteras son los delitos más frecuentes en esa ciudad.
La muerte de Ángel es el segundo atentado que afecta a un escolar en Los Ríos. El 10 de junio, un hombre fue asesinado a balazos dentro de un plantel en Babahoyo, donde estudiaba su hija. Un niño fue gravemente herido durante la balacera y requirió una intervención quirúrgica de urgencia.
El gobernador explica que el atacante fue capturado junto a otras 12 personas en un operativo la semana anterior. El pequeño se recuperó y fue becado en otra escuela particular.
Ayer, un cortinaje crema cubría la puerta donde vive la abuela de Ángel Ariel. Adentro, sus maestros colocaron un corazón formado con margaritas y un listón lila. Hoy será enterrado después de una misa.