Los dos sacapintas siguieron a las víctimas durante 10 kilómetros y las atacaron en un semáforo en rojo: rompieron el vidrio del auto y dispararon a uno de los tres ocupantes que llevaba USD 5 000 en un maletín.
Ocurrió el viernes 4 de abril, en la ciudadela Atahualpa, en el sur de Quito. Aunque los desconocidos huyeron sin el dinero, las víctimas no saben quién alertó a los asaltantes.
¿Las bandas delictivas captan a cajeros o guardias de seguridad para conocer los movimientos de los clientes? Pablo Córdova, de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, lo niega y asegura que “jamás” ha estado involucrado un empleado de una entidad financiera con un delito de sacapintas.
“El caso aislado del jefe operativo y de la cajera del Banco Bolivariano detenidos en 2010 fue un error”, añade el funcionario. Ese año, la Policía Judicial del Guayas arrestó a Jorge C. y a Cinthia A. , luego de un robo al estilo sacapintas en Durán.
En su relato, el único asaltante capturado dijo que los dos funcionarios supuestamente entregaron información, pero eso al final no se comprobó.
No obstante, Córdova, para explicar los casos de sacapintas que aún se registran en el país, reconoce que es posible la “fuga de información” en los bancos, pero aclara que puede ser de “muchas formas”.
[[OBJECT]] Las bandas -explica- recogen datos a través de personas que fingen ser clientes y que están en las agencias o posiblemente con guardias de seguridad puede haber problemas.
Pese a los últimos asaltos bajo esta modalidad, el funcionario dice que este delito se ha reducido ostensiblemente.
De hecho, las cifras oficiales corroboran esa afirmación. Según Lino Proaño, comandante de Policía del Distrito Metropolitano de Quito, en el 2013 se denunciaron 8 551 robos a personas en la capital. De ese número, solo el 1% (85 casos) se relaciona con sacapintas.
Las últimas operaciones de Inteligencia de la Policía tampoco han relacionado a cajeros o guardias con este delito. A finales de febrero, por ejemplo, los agentes detuvieron en Quito a cuatro personas por cometer asaltos bajo esa modalidad.
Los uniformados detectaron a los sospechosos afuera de las sucursales financieras y allanaron cuatro inmuebles. Allí se decomisaron dos motocicletas y un arma de fuego.
Para José Luis Jaramillo, exfiscal de Pichincha, es indudable que detrás de los asaltantes hay más personas que integran estas bandas. “Hay una distribución de roles específica. Unos se encargan de la identificación de la víctima, otros del asalto. Esto requiere la participación de más de dos personas”, precisa.
Para él, los protocolos de seguridad aún son deficientes. Y cita el ejemplo de los inhibidores de celulares que se instalaron en las agencias para evitar fugas de información, luego de una resolución que emitió la Superintendencia de Bancos, el 26 de abril del 2011.
Sobre esto, Córdova menciona que los inhibidores son “bastante delicados” y pueden haber “problemas técnicos que obedecen a condiciones geográficas y climáticas”. Pero aclara que son casos “extremadamente aislados”.
Córdova y Jaramillo coinciden en que los usuarios también deben aplicar sus propios protocolos de seguridad y no movilizar grandes cantidades de dinero sin protección.
La banca proporciona al cliente una serie de alternativas como cheques certificados o transferencias electrónicas; además del traslado de valores que ofrece la Policía Nacional.
“Si la gente opta por utilizar estos recursos va a haber menos posibilidades de que ocurra un asalto”, dice Córdova.
En los últimos cinco robos al estilo sacapintas que se registraron en Quito ,las víctimas no pidieron apoyo a los uniformados ni recurrieron a otro tipo de transferencia bancaria.
En dos de esos casos, los sospechosos lograron llevarse el dinero y asesinaron a cuatro personas, entre ellas a un agente de la Policía.
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