La flauta traversa de Valentina Cosíos entona melodías que aún resuenan en la cabeza de Ruth Montenegro, sus amigos del Conservatorio y de todos quienes se han unido a la causa por esclarecer su femicidio. Las dulces notas de su instrumento -de a poco- han logrado opacar el incesante ruido generado por años de inoperancia y desidia por parte del aparataje de justicia en Ecuador.
Cinco años después del asesinato de Valentina, una niña de 11 años, la Fiscalía procesó a una docente por presunto homicidio culposo. Ella laboraba en la escuela en la que estudiaba la menor. El artículo 145 del Código Integral Penal establece que ese delito es sancionado con cárcel de tres a cinco años.
Durante la audiencia de formulación de cargos que se realizó este 10 de junio del 2021, un juez ordenó medidas alternativas a la prisión preventiva. La imputada ahora deberá presentarse cada 15 días ante una autoridad judicial. Además, tiene prohibido salir del país.
La fase de instrucción fiscal o investigación pública durará 90 días, como lo establece la Ley. En ese tiempo, los agentes deberán recabar más evidencias del caso.
La incansable lucha de Ruth por evitar que el caso cierre sin responsables
Valentina fue hallada sin vida dentro de su escuela en el norte de Quito, el 24 de junio del 2016. Desde entonces, su madre Ruth Montenegro ha jugado un rol crucial al evitar que el caso se cierre y al presionar a las autoridades para que las diligencias e investigaciones se lleven a cabo.
Ruth recuerda que ese día, a las 06:00, recibió una llamada de una trabajadora de la escuela de Valentina. Le pidió que fuera pronto, porque necesitaba hablar. No le dio más detalles.
“Cuando llegué, a pocos pasos del ingreso vi a mi niña tendida en el suelo y tapada con una sábana blanca. Fue terrible. Solo recuerdo que comencé a llorar. Mi Valentina estaba muerta. Lo primero que dije es: ¿Qué pasó? El rector y los profesores dijeron que no sabían qué había ocurrido, que no vieron ni escucharon nada. Después llegaron los policías y el personal de Criminalística”, relata Montenegro.
Una autopsia médico-legal determinó que Valentina tenía signos de violencia sexual y asfixia.
También recuerda que, al inicio de la indagación, un fiscal quiso cerrar el caso. Igual ocurrió con una segunda agente que tomó la causa.
Ruth lo impidió y, desde entonces, lucha por hacer justicia. Este caso permaneció durante cinco años en la primera fase de la investigación.