Presos convirtieron en armas la infraestructura destruida

Soldados custodian los exteriores de la cárcel regional de Turi, en Cuenca. En este centro se registró la muerte de 34 presos. Foto: EL COMERCIO

Soldados custodian los exteriores de la cárcel regional de Turi, en Cuenca. En este centro se registró la muerte de 34 presos. Foto: EL COMERCIO

Soldados custodian los exteriores de la cárcel regional de Turi, en Cuenca. En este centro se registró la muerte de 34 presos. Foto: EL COMERCIO

Los internos entraron y saquearon los talleres de carpintería y electromecánica que están en el interior de las cárceles. Sabían que ahí había herramientas para vulnerar las seguridades y entrar a celdas para atacar a sus rivales.

Tras conseguir los equipos de los talleres, iniciaron el ataque. A su paso, destrozaron la infraestructura carcelaria para hacer armas. En los informes oficiales se señala, por ejemplo, que transformaron pedazos de puertas en estacas. De las camas, rejas, barandas e incluso el recubrimiento de paredes sacaron fierros y los transformaron en puñales.

Todo sirvió para atacar a quienes estaban en otros pabellones el martes de la semana anterior. Ese día se produjo la jornada violenta que dejó 79 víctimas mortales en el interior de las cárceles de Turi (Azuay), Cotopaxi, Guayas y la Penitenciaría del Litoral.

En los informes oficiales se recoge que los destornilladores de los talleres sirvieron como cuchillos y los candados, como proyectiles.

Estos datos fueron confirmados por personal que labora en esos centros penitenciarios.

Las investigaciones muestran que la cárcel más afectada fue la de Turi, en la que se registraron 34 muertos. Un guía que trabaja en ese lugar recuerda que tras robar las herramientas, los atacantes se dirigieron al pabellón Tomebamba, para asesinar a otros presos.

Personal que estaba adentro dice que los internos usaron la amoladora para cortar los barrotes y entrar a ese pabellón de máxima seguridad. También utilizaron fierros para vulnerar las seguridades de las celdas. Con ellos hacían palanca para romper las aldabas.

Los primeros datos recopilados en esa cárcel muestran que 12 puertas fueron tumbadas. Además, rompieron los candados y pestillos de otras ocho. De esa forma sacaron a los presos que se escondían en sus celdas y los llevaron a un pasillo, donde los ejecutaron.

Este Diario habló con personal de la cárcel y conoció que los atacantes también utilizaron machetes, piedras y armas de fuego que ya tenían guardadas para dañar ocho cámaras de seguridad. La idea era que no se registraran sus rostros.

Lo mismo ocurrió con un control eléctrico que servía para abrir la puerta del pabellón de máxima seguridad. Un celador cuenta que halló un escáner que servía para detectar metales destruido en el patio.

Ahora una aseguradora evalúa los daños que hubo en las cuatro cárceles más grandes del país para determinar el monto de reparación.

Autoridades del Servicio de Rehabilitación (Snai) confirmaron ese dato. Desde esa entidad dijeron que la primera acción será “restaurar la infraestructura dañada”.

Por ejemplo, en la Regional de Guayas, desde hace cuatro días, se sueldan puertas y reparan luminarias. Los pabellones de máxima y mediana seguridad sufrieron más daños.

Un agente penitenciario que labora allí contó que hay celdas incineradas, cerraduras cortadas y puertas destruidas.

Recuerda que el día del ataque vio a un grupo de reos picar las paredes del baño y obtener bloques de cemento. Con ese material destrozaron las mallas metálicas del patio.

En cambio, en la Penitenciaría del Litoral los destrozos se concentraron en el pabellón 9. Personal de ese centro dice que cinco puertas quedaron inservibles tras ser golpeadas con fierros. También se dañaron candados y cerraduras.

En Cotopaxi también hubo daños parciales. Los primeros informes muestran que hubo destrozos en las celdas.

La Defensoría del Pueblo dice que “cuando se restablezca el control y la normalidad en los centros carcelarios” realizarán una evaluación de los daños a la infraestructura que se registraron durante los motines. Las zonas donde ocurrieron los ataques permanecen bloqueadas. El paso es restringido. La idea es que el grupo especial de fiscales investigue las escenas donde se cometieron hechos violentos.