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La oferta de servicio sexual se dispersa tras el cierre de burdeles

A inicios de mayofue clausurado un burdel que operaba también en el norte de Quito. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

A inicios de mayofue clausurado un burdel que operaba también en el norte de Quito. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

A inicios de mayofue clausurado un burdel que operaba también en el norte de Quito. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

Una alfombra gastada y gris lleva a la recepción. Detrás de una especie de jaula de metal y vidrio se distingue a un hombre. “No hay (habitación) disponible”, dice. Y recomienda buscar en un hostal al frente, en uno que funciona en el Centro de Quito. Allí existen cuatro hoteles que ahora son utilizados por trabajadoras sexuales.

En las últimas semanas, la demanda de cuartos ha aumentado, al igual que el número de mujeres. Esto coincide con las clausuras de burdeles. Según la Intendencia de Pichincha, desde el 2014 han sido cerrados 300 locales, en Quito. De estos, 66 tienen clausura definitiva.

Hubo negocios en los que se hallaron, por ejemplo, armas, droga y extranjeras indocumentadas. Eso motivó las sanciones. Como consecuencia, unas 250 mujeres que laboraban en esos sitios estarían sin un lugar fijo para trabajar. Al menos eso asegura John Lara, representante de los centros nocturnos cerrados.

Una parte de las chicas sin empleo ahora trabaja en las calles del Centro Histórico. La representante de las trabajadoras de esa zona dice que hasta mayo su asociación carnetizó a 160 mujeres. “Ahora son casi 300. La mitad llegó tras el cierre de clubes nocturnos”, asegura la dirigente, que pide que solamente la llamen María José.

La forma como operan esos hoteles es clandestina ya que ninguno cuenta con permisos de funcionamiento para albergar a trabajadoras sexuales.

La misma situación ocurre 10 kilómetros más al norte, en un parque del barrio La Concepción, cerca del antiguo aeropuerto. Allí hay otro inmueble que ocupan las mujeres.

Una de las 13 jóvenes que labora en ese local asegura que se trata de un acuerdo entre el dueño del inmueble y un representante de las chicas. Este último también está ahí para evitar que las jóvenes hablen con desconocidos.

Uno de los agentes que investiga a los burdeles clandestinos en la ciudad dice que esta forma de operar podría esconder casos de explotación sexual.

Pero a más de la presencia en las calles se suma la proliferación de páginas web en donde se ofertan relaciones íntimas. Así se detalla en miles de páginas de Internet. La mayoría son anuncios nuevos, colgados hace días, semanas o un par de meses.

En la Red, las chicas se hacen llamar ‘damas de compañía’. Cuelgan fotos semidesnudas en las que ocultan sus rostros. E incluso hay agencias que reúnen a grupos de mujeres y las promocionan en la Web.

Tras una llamada a estos sitios, una mujer explica que ella representa al grupo y que la atención se ofrece en departamentos y hoteles de la ciudad.

Los costos van desde USD 30 hasta 180 la hora, por adelantado mediante trasferencias bancarias. Policías de Inteligencia indican que no existe ninguna regulación sobre estas páginas ni de las llamadas agencias.

Pero advierten que detrás de los anuncios puede haber explotación, incluso de adolescentes. De hecho, los investigadores rastrean la edad o nacionalidad de la trabajadora.
“Sabemos que estas supuestas agencias tienen mucho control de sus trabajadoras y que incluso guardaespaldas las llevan y traen de las citas”, advierte un oficial.

De allí que los agentes calculan que en la ciudad operan unos 20 negocios de este tipo, pero de forma clandestina.

La denuncia de una mujer detalló que supuestamente se practicaba prostitución tras la fachada de un restaurante, en el norte de la urbe. Cuando los investigadores visitaron el sitio no encontraron pistas. “Pero no desechamos que allí no ocurra, sino que cada vez es difícil encontrar los sitios clandestinos”, asegura un oficial. “Los propietarios se cuidan más”. Por ejemplo, uno de los burdeles clausurados en mayo funcionaba a puerta cerrada.

No tenía rótulo en la puerta, contaba con un sistema de videos con más de 20 cámaras de seguridad. Unas estaban instaladas a dos cuadras y también tenía una red de informantes.
Todo este despliegue formaba un sistema para advertir la llegada de la Policía.

Ocho veces antes del último operativo, la Intendencia trató de allanar el sitio. Pero cada vez que llegaban los agentes encontraban un lugar cerrado.

Allí laboran 90 trabajadoras, la mayoría extranjeras.

En contexto

En un operativo desarrollado el 14 de mayo, agentes de Inteligencia encontraron 90 chicas, entre ecuatorianas, cubanas y colombianas. Una de las extranjeras había llegado hace dos semanas a Ecuador. Hubo anteriores intentos de cierre de este local, pero sin resultados.