Mujeres agredidas critican la atención de la Policía; la Institución se defiende

“La primera vez que pedí ayuda los policías me llevaron a que denunciara; falta seguimiento”. María / víctima de Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

“La primera vez que pedí ayuda los policías me llevaron a que denunciara; falta seguimiento”. María / víctima de Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

En el sector de Asistencia Municipal, los vecinos dicen que los policías deberían hacer un seguimiento de los casos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

En la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de Arcángel hay hermetismo. Nadie habla desde el crimen de Diana Carolina, en Ibarra. Dos agentes que trabajan en esa oficina fueron los primeros en llegar a la emergencia. Este sábado 26 de enero del 2019, la Fiscalía indaga cómo actuó el personal.

Los jefes policiales dicen que sus agentes tienen protocolos que seguir. Pero en Quito, Guayaquil, Santo Domingo de los Tsáchilas y Riobamba hay quejas de mujeres agredidas que dicen haber pedido ayuda, pero que no fueron auxiliadas por los uniformados.

Las historias son similares. Este viernes 25 de enero, Carolina vestía un saco deportivo fucsia, licra negra y zapatillas. Ella vive en Carapungo, un barrio del norte quiteño. De pie, frente a las gradas del domicilio, recordó la noche en que discutió con su exesposo. Tras 20 minutos de insultos, la arrojó por las 15 gradas de la casa en donde vive con sus dos hijos menores.

La joven cayó al suelo y quedó inconsciente. Minutos después despertó, pidió ayuda y llegaron los uniformados. Cuenta que solo obligaron al agresor a devolver las cosas que se llevaba, lo sacaron de la vivienda y se retiraron del lugar.

“La primera vez que pedí ayuda los policías me llevaron a que denunciara; falta seguimiento”. María / víctima de Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Los policías que operan en Carapungo aseguran tener reglas para actuar y que incluso acompañan a la víctima a poner la denuncia. Pero Carolina tuvo que ir sola a denunciar y al centro de salud para que le revisaran los golpes recibidos.

A escala nacional, 19 000 policías operan en 1 587 UPC. La institución indica que parte de su trabajo es identificar los puntos donde se presenta más violencia y que luego se hacen visitas preventivas.

En Guayaquil, uno de los sectores más problemáticos es La Prosperina. Los agentes que laboran allí reconocen que falta capacitación, por ejemplo, para mediar en los conflictos.

Un agente habla de técnicas para bajar el nivel de estrés de las personas y asegura que no todos los servidores tienen esas capacidades. “Quizá las unidades de violencia de género estén preparadas. Pero como servicio urbano, que somos los que damos la respuesta inmediata a esto, no”.

Una mujer contó que tras ser agredida por su pareja llamó a emergencias y cuando los policías llegaron pidieron los datos, preguntaron si quería denunciar y se retiraron. Por eso se refugió donde su madre, hasta el siguiente día, cuando denunció la agresión.

En el oeste de Guayaquil, otro uniformado señala que las unidades especializadas solo intervienen cuando ya son casos denunciados y que necesitan seguimiento.

En la Policía se indica que todo el personal tiene la obligación de escuchar el problema, buscar la solución y “si es necesario detener al agresor”.

“Una noche mi pareja me pegó. Pedí ayuda, pero los policías solo vieron lo sucedido y se fueron”. Carolina/ víctima que vive en Quito. Foto: EL COMERCIO

En Santo Domingo, los gendarmes no pudieron capturar a un hombre que atacó con un machete a María. Saltó el cerco y evadió el operativo. Era noviembre del 2018 y los golpes no han parado desde entonces.

Los vecinos cuentan que las llamadas de auxilio han sido incontables para pedir que ayuden a María. Dicen que las primeras semanas los patrulleros llegaban a la casa de la afectada, preguntaban lo ocurrido y luego se iban, pues decían que no hay pruebas concretas para capturar al sospechoso.

Los vecinos también se quejan, porque los agentes llegan después de la riña. “Si acuden al auxilio solo activan la sirena cuando pasan frente a la vivienda. Luego se retiran”, cuentan los moradores.

Para contrarrestar la violencia, la Policía de Santo Domingo presentó este miércoles 23 de enero la campaña Una familia feliz es un hogar sin violencia.

En el sector Cristo Vive, Cristina recuerda que pidió ayuda para evitar los golpes de su esposo, que se encerró una hora a la espera de las patrullas, pero que nunca se aparecieron.

En Riobamba hay un caso similar. Una mujer recuerda que denunció a su pareja por acosarla. La llamaba por teléfono y le llevaba música. Una noche llegaron los gendarmes y solo le dijeron que él era libre de expresar sus sentimientos.

Fernanda Yaulema, directora de la Fundación Gaby Díaz, indica que los policías requieren más capacitación en el tema.

Paola Maldonado: ‘Cada 3 días una mujer es asesinada’
Geógrafa Fundación Aldea

El país está conmocionado por el femicidio ocurrido en Ibarra. Es un hecho atroz, pero estos crímenes contra las mujeres ocurren cada tres días. Y deberíamos estar conmocionados siempre. En el 2018 registramos 88 femicidios en Ecuador, distribuidos sobretodo en la Costa; el Guayas tiene 18 casos; le siguen Manabí, Pichincha y Esmeraldas. Pero ocurren en todo el país.

La violencia de género, el femicidio, es un fenómeno que buscamos visibilizar pues detrás de cada asesinato hay una historia. El año pasado, el 68% de las mujeres fueron asesinadas por sus exparejas, pero el 7% de femicidas fueron los padres y padrastros. El 7% de víctimas eran menores de 5 años. Como sociedad deberíamos cuestionarnos las relaciones que construimos.