Uniformados iniciaron ayer la segunda fase de desmontaje de cabañas, en la zona de minería ilegal, en Buenos Aires. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO
La Mina Vieja luce desolada. Ahí estaba un poblado que formaron los mineros a 3 000 metros de altura, en una montaña de la parroquia Buenos Aires (Imbabura) conocida como El ‘Lomón’ o La Joroba.
El sitio está compuesto por cabañas de madera con techos de metal y de plástico. Junto a las casas, que parecen un laberinto, están las minas en donde se extraían de manera ilegal rocas con partículas de oro.
Todas están cubiertas por plásticos negros, para evitar que ingrese el agua de la lluvia y también sean visualizados desde el aire por los helicópteros de la fuerza pública.
Se estima que en este asentamiento, que huele a basura descompuesta y lodo, habitaban alrededor de 3 000 personas. Para llegar al lugar es necesario viajar dos horas en vehículo hasta llegar a un asentamiento de casuchas de plástico y estructuras de madera, conocido como La Feria. Luego, caminar por montañas y cruzar ríos, por otra hora y media.
Este Diario llegó ayer hasta la Mina Vieja, junto a patrullas de la Policía y el Ejército, que arribaron para destruir los cambuches. Esta es la segunda fase de la operación que impulsan las autoridades para retomar el control de Buenos Aires.
Esta acción se ampara en el decreto de excepción que aprobó el Primer Mandatario el pasado 1 de julio y que tiene una vigencia de 60 días.
La primera fase de la operación policial y militar, que se desarrolló la semana anterior, fue para desalojar a los más de 10 000 ciudadanos que se asentaron en la Mina Vieja, la Mina Nueva, la Mina del Olivo, La Feria y la Ciudad de Plástico. Estos sitios actualmente están custodiados por los uniformados, para evitar que los mineros retornen.
La ministra del Interior, María Paula Romo, aseguró que 5 025 personas, entre ecuatorianos y extranjeros, salieron voluntariamente de esos asentamientos. Ellos se registraron en los puestos de control que instaló la Policía. Sin embargo, se estima que otros abandonaron el sitio por senderos irregulares y quebradas, para evitar las requisas y controles.
Desde la Mina Vieja se observa un valle verde, pero también manchas amarillas en las montañas vecinas, como un signo de la erosión que causaron las excavaciones ilegales.
Grupos de policías vestidos con uniformes de color negro revisaron una a una las cabañas. Se llevaron los generadores eléctricos, taladros, motosierras, cocinas y cilindros de gas. Los acopiaron en varios puntos y después destruyeron las casuchas, retiraron los plásticos o los quemaron.
Además, cerca de un centenar de tarabitas, por donde se transportaban los sacos con rocas mineralizadas, fueron destruidas. Los cables de acero quedaron regados en el suelo de lodo al igual que ropa, zapatos, alimentos y basura que dejaron en el camino las personas que fueron desalojadas.
Militares indagan los posibles senderos por donde escaparon las bandas delictivas que operaban en estos sitios.
Durante la inspección en la Mina Vieja se encontró el cuerpo sin vida de una persona. Agentes subieron al lugar para realizar el levantamiento del cadáver. Según la Policía Judicial, es el séptimo muerto hallado en los yacimientos.
Los hechos relacionados con este caso
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Los pobladores denuncian que dos grupos ilegales infunden temor en Buenos Aires. Las autoridades judiciales de Urcuquí (Imbabura) abren expedientes.
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2 de julio del 2019
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