Migrantes están expuestos a los raptos en viajes a EE.UU.

Familiares despiden a migrantes desde el exterior del aeropuerto Mariscal Sucre. Foto: Archivo / EL COMERCIO

Un hombre atado de pies y manos aparece de rodillas en un video que dura 33 segundos. Él es filmado por un desconocido mientras un encapuchado lo amenaza con un cuchillo cuya hoja afilada recorre con violencia su cuello y cara. Así lo obligan a decir que está bien y a pedir dinero a sus familiares. Caso contrario, los captores amenazan con matarlo.

La persona que aparece en la grabación es ecuatoriana. Su nombre es Claudio y tiene 36 años y por falta de trabajo migró a Estados Unidos el 25 de julio último desde su natal Santa Lucía, en Azuay. Dos días después fue secuestrado cuando iba de Ciudad Juárez a Texas.

Su hermana, quien monitoreaba sus movimientos, puso la denuncia mes y medio después. No lo hizo antes porque la amenazaban con “enviar la cabeza” de su familiar si lo hacía.

La mujer cuenta que ya presentía que algo andaba mal durante el viaje que pagaron a un coyotero en Ecuador. La noche anterior al secuestro, Claudio le comentó que los ‘pasadores’, como se conoce a quienes guían a los migrantes por el desierto, le exigían más dinero que el acordado al inicio.

Además, le contó que lo habían “castigado” por haberse quejado. Por eso no cruzó la frontera con un primer grupo que sí consiguió llegar a suelo estadounidense.

Entre México y EE.UU. operan mafias dedicadas al secuestro extorsivo en contra de migrantes. Human Rights Watch (HRW), en un extenso informe, señaló que se han rastreado más de 1 100 casos de secuestros, torturas y agresiones a migrantes que trataron de ingresar a EE.UU. por vías irregulares, pero no lo lograron.

La hermana de Claudio consiguió USD 11 000 de los 15 000 que le exigían. El dinero lo obtuvo de ahorros y de préstamos de amigos en EE.UU., donde vive. Siguió todas las instrucciones. No avisó a la Policía, hizo varios depósitos en cuentas internacionales y esperó a que se contactaran para saber dónde iban a liberarlo. No ha vuelto a ver a su hermano.

La Cancillería ecuatoriana conoce de 19 casos de migrantes víctimas este año. Las autoridades han activado la coordinación con México para encontrar a los compatriotas. Según HRW, las mafias están integradas por personas de distintas nacionalidades que aprovechan la vulnerabilidad de los migrantes. Cuando los retienen, les advierten que no pueden denunciar porque son indocumentados.

En junio, un total de 140 migrantes (en su mayoría centroamericanos, entre ellos cuatro menores) fueron rescatados en una vivienda en Ciudad Juárez, donde se encontraban hacinados en cuartos de madera.

Migrantes ecuatorianos consultados por este Diario cuentan que a lo largo de la travesía ven grupos armados. Ellos indican que los coyoteros tienen acuerdos para evitar que sean detenidos de forma ilegal.

En agosto, 20 personas fueron secuestradas de un hotel en San Luis Potosí. Las autoridades recibieron reportes de mujeres y hombres presuntamente llevados a la fuerza “por sujetos armados”, dijo la Fiscalía de esa localidad.

Testigos indicaron que las víctimas fueron sacadas a la fuerza del lugar y obligadas a subir en tres camionetas. No han sido encontrados.

En otro caso, una familia de Sígsig (Azuay) fue objeto de extorsión. Ellos recibieron fotos del secuestro del que habría sido víctima una mujer en Nuevo Laredo. Desconocidos les pidieron USD 2 000 para liberarla. Eso no ocurrió.

La Policía en Ecuador indica que también han recibido casos de estafas. Las mafias monitorean redes sociales y por ahí se enteran de la desaparición de migrantes. Con esa información toman contacto con los familiares por medio de los números de teléfono que ponen en las publicaciones. Así, les dicen que los tienen retenidos, que los van a matar si no depositan altas sumas de dinero de inmediato. Incluso editan fotos o graban audios para hacer todo más convincente. Una vez conseguido el depósito, desaparecen.

Las familias, como la de Claudio, piden celeridad en las investigaciones. La hermana del migrante indica que ha pensado en viajar a México y buscarlo ella misma. “Es frustrante porque dependemos de otras personas para que nos digan cómo avanzan las dili­gencias”, indicó.

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