El 13 de julio de 2022, Wendy Mejía, de 43 años, no solo perdió a su hija mayor, Melina Vimos, de 23 años, sino también a su nieto, de 38 semanas de gestación. Además, cuando el bus de la Zaracay se les vino encima en la terminal terrestre de Durán, también su hijo menor, un bebé de apenas cinco meses, quedó hospitalizado, con pronóstico reservado, desde ese día.
Melina y su bebé en gestación murieron al instante ese día. Como tenía a su hermanito en brazos, el bebé quedó aplastado entre ella y una baranda. El bus avanzó con tanta fuerza, que se llevó la barrera de metal, una señalética, dobló una banca y dejó un kiosko doblado en dos, como si fuera un papel. Fue tan fuerte el impacto, que un tubo de 350 milímetros, tan ancho como el pilar de una casa, también quedó doblado, de acuerdo a datos del personal de la terminal. Otras cuatro personas resultaron heridas.
Wendy Mejía apenas puede procesar la pérdida de su primera hija. Su voz, cuando habla con EL COMERCIO, su primera entrevista a un medio después del accidente, está apagada, lúgubre, como perdida. Aun así, decide gritar. Lo hace porque Melina, que era madre soltera, deja en orfandad a dos niños, uno de 5 años y otro de 3, y también lo hace porque no quiere que nadie repita este dolor que siente.
Un gesto mortal
Desde la única audiencia que ha tenido el caso, el pasado viernes 15 de julio, ni la cooperativa ni la terminal se han acercado a hablar con Wendy Mejía, que denuncia que no tuvo defensa ese día.
Hoy está desesperada y espera en el hospital este domingo 17 de julio novedades médicas de su hijo de cinco meses, mientras lidia con el luto y el impacto emocional de todo lo que ha acarreado este accidente. El bebé, está actualmente con pronóstico reservado, se mantiene en la unidad de cuidados críticos, con sonda, operación craneal por aplastamiento, un pulmón y un riñón comprometido y su pierna y brazos fracturados.
Melina fue a verla a la terminal ese día, con su hijo de 5 años. Le llevó almuerzo para recibirla del viaje que hizo desde Quevedo, donde vive, para visitarla. Un instante antes de que el bus impacte a su hija, Wendy se paró a ver a su pequeño nieto, que había salido corriendo. “Si yo no me hubiera parado en ese momento, también a mí me habrían atropellado… y a mi nieto”, cuenta. Dice además que el niño desconoce la muerte de su madre y, como resultó golpeado en medio del accidente, “tiene daños psicológicos”.
“He quedado con un gran vacío en mi corazón. Melina no solo era mi primera hija, era mi compañera, mi confidente, mi niña, mi amiga… Ella era el puente para la comunicación con mis otros hijos, de 13 y 15 años, que viven con su padre. La extraño mucho, y no he podido llorar lo suficiente, porque mi bebé sigue grave…”, lamenta Wendy.
Un reclamo a la terminal terrestre
De acuerdo a datos preliminares del accidente, ofrecidos por el Cuerpo de Bomberos y por las autoridades de tránsito, la causa del accidente se debe a una mala maniobra del conductor, quien en lugar de retroceder el transporte, pisó el acelerador. En otra versión, del Cuerpo de Bomberos de Durán, el bus perdió el control de sus frenos.
Wendy Mejía, lejos de pensar en los motivos del arranque del bus en plena estación, lo que no puede dejar de notar es la falta de seguridad de la terminal. “Está muy mal la infraestructura, hay muchos kioscos, no hay barandas suficientes… No podemos negar que esta desgracia se pudo evitar con una mejor infraestructura. Es un lugar público sin seguridades”, dice.
Un mea culpa
David Solis, director de la terminal de Durán, se excusa al decir que la estructura pertenecía a la Comisión de Tránsito del Ecuador y que, “recién hace unos 18 meses el lugar pasó a competencia municipal, a través de la Empresa de Tránsito del cantón”.
Reconoce que las barreras actuales son para autos y no para buses y dice que ya hay un plan para instalar reductores de velocidad, barreras de contención más apropiadas y protocolos con personal municipal. Sobre el caso de Melina, dice que deberá solucionarse en la justicia.
Sueños truncados
Melina Vimos pertenecía a Narcóticos Anónimos junto con su madre. Desde hace cuatro años asistía a las reuniones y estaba decidida a instalar una clínica de rehabilitación. Había hecho los trámites, sacado los permisos. Era su sueño. Y hoy se ha esfumado.
También mantenía a sus hijos con su trabajo eventual de auxiliar de enfermería, cuenta su mamá. Este 21 de julio, habría cumplido 24 años. Wendy Mejía pide ayuda económica para sus nietos.