Dos vehículos del Ejército, estacionados en la calle Rodrigo de Chávez (sur de Quito) denotaban un operativo militar. Eran las 11:45 y los soldados se movilizaban en Marruás, un tipo de jeep que se usan para estas tareas. 17 de estos autos se desplazaban por las calles aledañas a la estación del Trole de la Villa Flora. Otros militares iban a pie, con fusiles en mano.
Estos operativos se desarrollaron hace seis meses, pero se intensificaron hace dos semanas y, sobre todo, luego de la balacera que el lunes pasado se produjo en un centro comercial del sur.
A ello se sumó que Fuerzas Armadas reforzarán sus tareas con elementos de Inteligencia que desde la semana pasada se infiltraron en los barrios considerados más peligros de la capital. Hasta ahora, elementos especializados en esa área operaban, por ejemplo, en zonas fronterizas.
Una fuente militar contó a este Diario que la idea es determinar “dónde está el delincuente mayor”. Y añadió: “No podemos ir con delincuentes menores, hay que coger a la cabeza de todos”.
De hecho, a través de datos policiales, se conoció que en Quito operan de dos a tres bandas armadas con hasta 70 miembros cada una. “Son grupos fuertes, que tienen influencia en todo nivel”, sostuvo el agente de la Policía que contó sobre la existencia de las mafias organizadas.
En la av. Rodrigo de Chávez se montaron dos retenes móviles y a ese lugar ingresaron vehículos de cinco en cinco para la requisa.
Los soldados incluso revisaron carteras, bolsas y mochilas de pasajeros que debieron bajarse de buses por pedido de militares.
Un hombre al que le realizaron la requisa contó que le pidieron su cédula y revisaron el auto. Él apoyó la labor mientras explicaba que el uniformado le dijo que lo acompañara para la inspección.
El control comenzó a las 10:00 y unos 200 soldados estaban al mando del coronel Eraldo Vera, comandante del denominado Grupo Operativo 4.6 de Quito.
El oficial dijo que estos trabajos realizan con base en el Decreto 749. Pero en el artículo158de laConstitución se indica que “la protección interna y el mantenimiento del orden público son responsabilidad de la Policía”. A las Fuerzas Armadas, en cambio, se les encomienda la misión de defender “la soberanía y la integridad territorial”.
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En cambio, en el artículo 35 de la Ley de Seguridad Pública, se indica que Fuerzas Armadas actuará cuando se haya declarado el estado de excepción.
Bertha García, una docente universitaria e investigadora de temas castrenses, dijo que los soldados no tienen potestad para realizar cacheos, tampoco para arrestar a la gente, investigar delitos, ‘construir’ pruebas, pedir documentos, etc.
Pese a esos límites que establecen las leyes, los controles continuaron ayer. En la avenida Rodrigo de Chávez hubo otro retén.
El puesto móvil se ubicó frente al Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Allí, el coronel Vera sostuvo que a más de esas tareas se empleará a las unidades élite de Fuerzas Especiales para irrumpir en sectores peligrosos. Hoy se realizan las primeras operaciones.
Pero previamente recibirán informes de Inteligencia.
Investigadores en temas de seguridad, como Marco Córdova, dicen que estas medidas pueden llevar a que la gente se acostumbre a vivir entre militares y “puede ser perverso” (ver punto de vista).
Vera explicó que los uniformados que formen parte de estos operativos se desempeñarán dentro de los denominados Batallones de Policías Militares.
Estos grupos son nuevos, entrenados para realizar labores contra las acciones delictivas.
Los militares dicen que son tareas de “alto impacto”. Incluso se dijo que de ser necesario “se reforzarán con autos blindados para protección de los efectivos”.
A más de ello se cuenta con la ayuda de dos unidades aéreas, que operan en la capital.
Otra persona que fue interceptada para la requisa estuvo de acuerdo con ese trabajo, “porque algunos barrios son más afectados por la delincuencia”.
Aseguró que esta es la primera vez que ve operativos como este.
Este Diario accedió a las armas que los soldados decomisaron en operativos anteriores. Allí se vieron, por ejemplo, armamento largo, pistolas, revólveres e incluso una subametralladora que tras los análisis se determinó que pertenecía a la Fuerza Aérea Ecuatoriana. El caso está en instancias judiciales, para determinar cómo se produjo el supuesto robo.
Punto de vista
Marco Córdova/ Investigador
‘Puede ser algo perverso’
Al observar que los soldados patrullan en las calles nos damos cuenta de que el concepto de seguridad enfocado en un proceso de convivencia ciudadana, más cercano a la democracia y a la prevención, no ha tenido resultados.
Se regresa de alguna manera a las formas clásicas de seguridad pública de carácter punitivo y reactivo. Pero puede ser interesante esta medida en un momento de crisis como este, porque hay más violencia en los delitos.
Existe una demanda generalizada de la ciudadanía, que exige ver a los grupos de élite de la Policía y el Ejército en las calles dando seguridad y aplaude esa política.
Pero eso puede ser perjudicial en el sentido de que se puede convertir en algo cotidiano y el remedio es peor que la enfermedad.
No estaría bien que para sentirnos más seguros tengamos que vivir rodeados de soldados o de fuerzas especiales. Eso se vuelve perverso de alguna forma.