Los nervios delataron a Pedro L. La noche del 25 de septiembre, él trató de evadir los controles antinarcóticos del aeropuerto internacional Mariscal Sucre, en Quito.
En el interior de su estómago llevaba 31 cápsulas de cocaína envueltas en preservativos.En sus manos solo llevaba una maleta pequeña. Al llegar al hall de salida de la terminal, donde se verifican los pasajes aéreos, fue abordado por el agente Gerardo B., de la Unidad Antinarcóticos.
¿Hacia dónde viaja? ¿Cuánto tiempo va a estar fuera del país?, le preguntó. Nervioso, Pedro L. contestó que viajaba a Israel por nueve días. Según el agente, esa actitud levantó sospechas: “nadie puede llevar una maleta tan pequeña por tanto tiempo”.
Ese es el segundo de los seis filtros que realiza la Policía en el aeropuerto para impedir el tráfico de drogas. Desde las 04:00, 22 gendarmes se ubican en los puestos de control para vigilar el ingreso y salida de pasajeros. Ellos terminan su jornada a las 23:00.
En el hall de salida, los pasajeros hacen fila con sus maletas y las presentan en los puestos de las compañías aéreas. Mientras registran sus pasajes, seis policías se confunden entre la gente y hacen preguntas. En el mismo sitio realizan el tercer control. Este consiste en revisar el equipaje de los pasajeros sospechosos.
Los uniformados señalan que lo más frecuente, para traficar alcaloides, es que las maletas presentan doble fondo, trozos de tela cosidos o pegados con cemento de contacto. “Se trata de identificar a la persona y las circunstancias en las que llega. De ahí se puede deducir si es un perfil positivo, es decir, si porta drogas”, dice Marcelo Tobar, jefe de la Unidad Antinarcóticos de Pichincha.
Como primer filtro, dos agentes se ubican en los exteriores del aeropuerto para verificar la llegada de los pasajeros. Su misión es observar los procedimientos. Tobar agrega que el perfil positivo se define de acuerdo a las actitudes.
Los agentes trasladaron a Pedro L. al denominado cuarto filtro. Allí le realizaron pruebas de Body Scan (rayos X). En una habitación de seis metros, cuyas paredes están recubiertas con placas metálicas, comprobaron que llevaba las cápsulas con cocaína.
Tras ser arrestado, Pedro L. lloró y dijo sentirse culpable. Agregó que “no encontraba una salida económica para comprarles una casa para sus hijos”. Por drogas, en el 2010, 92 personas fueron detenidas en los aeropuertos.
Tobar explica que, en algunos casos, ha existido complicidad de los empleados de aeropuertos, dando paso a una nueva modalidad de tráfico de estupefacientes.
“Hay, aproximadamente, dos o tres (casos) en el aeropuerto de Quito, donde existen todos los corredores por los que ingresa el pasajero a la sala de preembarque. A esos sitios acceden los funcionarios del aeropuerto. Muchas veces, en declaraciones de detenidos, han dicho que desconocen a la persona que les entregó (el paquete), dijeron que vaya al baño y lo recoja”, añade el uniformado.
Para evitar esos problemas, en las salas de espera se encuentra el quinto filtro. Allí, personal de la Dirección Antinarcóticos recorre los pasillos y asientos para vigilar las maletas y las actitudes de los sospechosos. Un agente, que prefirió no revelar su identidad, señala que en ese punto de control se busca evitar a los máximo el intercambio de las maletas.
El tamaño, peso y forma del equipaje de mano son los detalles en los que se fijan los uniformados para hacer las inspecciones. “Se han dado casos en los que una persona coloca en ese lugar una maleta similar a la del pasajero. El desconocido se lleva la maleta vacía y el pasajero toma la que porta estupefacientes”, dice Tobar.
Además, un can se encarga de olfatear los bolsos y maletines de las personas que están en el mismo lugar. Los usuarios colocan las valijas al frente de sus pies y los perros las huelen. Si detecta algo sospechoso, se inquieta, ladra y llama la atención de los policías, quienes le entregan una pelota como estímulo.
En el aeropuerto, dos perros se encargan de revisar el equipaje.
En el sexto filtro, agentes recorren las mangas, previo al abordaje. Gerardo B., explica que el control en ese sitio es manual. Luego de ser detenido, Pedro L. fue hospitalizado. Allí le realizaron una cirugía para sacar las cápsulas y fue llevado al ex Penal.