Estafas en línea, en la venta de tecnología

El 14 de septiembre, uniformados detuvieron a dos presuntos estafadores en un operativo en el sur de Quito. Foto: Cortesía

Eran los primeros días de agosto cuando Luis Muñoz decidió comprar una computadora para trabajar desde casa. El joven recuerda que recién había cobrado su sueldo cuando recibió un anuncio en Facebook.
USD 400 costaba una laptop pequeña. No pensó mucho y llamó a la supuesta tienda. Allí le enviaron fotos del equipo y le dijeron que su compra se entregaba directamente en el domicilio. Le tomaron los datos y él realizó el depósito, pero la computadora nunca llegó.
Por una semana intentó encontrar la tienda, pero no había rastro de ella. La página web ya no existía y el teléfono iba directo al buzón de voz.
En ese proceso de búsqueda encontró grupos en Facebook de personas que también fueron engañadas. La mayoría contaba que perdió su dinero al intentar comprar computadoras, laptops, celulares y tablets. Sus testimonios son publicados en redes sociales para evitar que más personas sean perjudicadas.
Pero las quejas no solo están en Internet. La Fiscalía tiene un reporte de 10 934 denuncias de víctimas que fueron estafadas por compras en línea. En abril y mayo las denuncias bajaron, pero desde junio se incrementaron.
La Policía advierte que el 70% de esos delitos se perpetró en contra de personas que buscaban adquirir equipos tecnológicos para el teletrabajo o los estudios de sus hijos.
Hace tres días, agentes de la Unidad de Ciberdelitos desarticularon una red delictiva que operaba en Guayaquil y Esmeraldas. El fiscal del caso dijo que la organización estaba conformada por ocho integrantes y se calcula que unas 30 personas fueron perjudicadas por falsos anuncios en internet que realizaba la banda.
Entre esas víctimas estaría Francisco Reyes, un hombre que perdió USD 400 cuando intentó adquirir una computadora para las clases virtuales de su hijo de 8 años. Él cuenta que después de hacer el depósito, el supuesto vendedor lo bloqueó de todos los contactos y desapareció.
Los agentes que rastrean a los sospechosos dicen que detrás de los falsos anuncios hay una compleja estructura. Incluso han descubierto que los desconocidos tienen nexos con cibermafias de Colombia y Venezuela. A esos países se envía parte del dinero que la gente deposita por sus equipos.
Precisamente eso le dijeron a Lorena Dávalos cuando denunció que perdió USD 500 al intentar comprar una laptop que necesitaba para su
trabajo de contadora.
En su caso también le ofrecieron entregarle su pedido en dos días. El falso vendedor le dijo que la computadora llegaría a su casa, ubicada en Machala (El Oro). Desde entonces han pasado cuatro meses y hasta ahora no la recibe.
Por eso, la Policía dice que han puesto en marcha una estrategia para ubicar a las cibermafias. Los agentes han coordinado convenios con Facebook y WhatsApp para acceder a sus datos y conocer desde dónde se envían
las falsas ofertas.
Estas compañías envían unos códigos y la ubicación de los teléfonos o computadoras con los que se conectaron los sospechosos. De esa forma, los uniformados logran rastrear a los estafadores.
Así fue como el 14 de septiembre pasado la Policía realizó una incursión en el sur de Quito. Allí se detuvo a dos personas que supuestamente ofrecían equipos tecnológicos a través de Facebook y WhatsApp.
Los investigadores determinaron que desde junio habían estafado a unas 15 personas. Sin embargo, los agentes dicen que ese número de víctimas es solo de las personas que realizan las denuncias.
Los datos de sus análisis indican que las bandas, fácilmente en un mes, pueden generar réditos superiores a los USD 5 000. Freddy Sarzosa, jefe de la unidad policial que investiga este tipo de ilícitos, asegura que las bandas crean sitios web o plataformas de comercio electrónico fraudulento, que se borran instantáneamente apenas se concretan las compras.
Entre las medidas de prevención a los usuarios está evitar sitios web desconocidos o que no tengan un almacén físicamente comprobable.
También se debe evitar hacer compras con personas que les piden las claves de las tarjetas de crédito por mensajes o llamadas telefónicas.