Un grupo de 54 pacientes que padecen adicción a las drogas es atendido en el centro especializado en el tratamiento a personas consumidoras. Foto: Julio Estrella/EL COMERCIO.
En la sala de su casa, la madre solo indicaba la foto de Carolina, una joven de 20 años, que desde los 15 consumía marihuana. El extremo llegó cuando se había cortado los brazos con una afeitadora y estaba botada en el piso del baño desangrándose.
Fueron cinco años en la adicción y apenas con el cuarto psicólogo pudo seguir un tratamiento riguroso. Los otros tres no eran especializados en este tipo de problemas. Con Julián ocurrió algo parecido. Ahora tiene 23 años y desde el 2007 su papá lo internó en nueve clínicas privadas. En ninguna había un psicólogo que trate su enfermedad.
Solo cambian los nombres, pero las historias se repiten unas tras otras: años de adicción a la droga y sin especialistas para ser tratados. En el 2010, Patricio quiso dejar de consumir, pero no conseguía un médico que lograra desintoxicarlo. Tampoco alguien que le ayudara con su problema emocional.
Gastó USD 5 000, pero no con médicos que conocieran sobre el tratamiento relacionado al consumo de alcaloides. “Un psicólogo me veía una sola vez al mes y no volvía. Me decía que tenía decenas de pacientes”.
Este problema se devela poco a poco, cuando los legisladores dicen que cambiarán la forma de afrontar a los narcóticos con una la Ley de Drogas. Son 32 artículos y en el 8 se habla de la prevención del uso y consumo.
El documento pasó el primer debate y la Comisión legislativa de Salud recién “impulsa” contratar 1 000 profesionales: psicólogos educativos y clínicos, terapistas ocupacionales, toxicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, entre otros.
En el país hay un promedio de 1,6 psiquiatras por 100 000 habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud exige un promedio.
Estuardo consumió seis años y estuvo internado en cinco clínicas. Llegó a tratarle hasta un médico general y cada uno iniciaba una terapia diferente.
Ahora está en un centro estatal de La Vicentina, un barrio en el centro oriente de Quito. Es la única casa de salud especializada en la capital. Otras dos están en Guayaquil y Cuenca.
¿Son suficientes? Estudios levantados por el Ministerio de Salud revelan que se necesitan alrededor de 1 800 camas.
Según esos análisis, en el país hay 85 000 personas con adicción a las drogas. De ese número, unas 5 000 requieren internamientos que pueden durar entre tres y seis meses. Pero no hay tanta capacidad.
Apenas en octubre del 2014, el Gobierno anunció que en este año se implementarán centros especializados en nueve puntos del país. En marzo se inauguró uno de estos establecimientos, en Guayaquil.
Al lugar lo llamaron Juan Elías, el niño de 13 años que murió por una adicción y fue enterrado el 10 de septiembre.
Cuando el menor fue llevado de emergencia, las trabajadoras dijeron que era el tercero o cuarto paciente en las últimas 24 horas. Todos, con síntomas que desatan “la H” (heroína).
El último estudio del Consep señala que los consumidores asisten a los hospitales frecuentemente por sobredosis o intoxicación, infecciones por ingerir narcóticos combinados con alcohol o medicamentos…
De los 5,6 millones de persona encuestadas en el país, el 2% dijo que “alguna vez en la vida ha iniciado un tratamiento ambulatorio para dejar o reducir el consumo de drogas”.
La madre de Carolina recuerda que en varias ocasiones le internó en centros de rehabilitación, pero no lograba superar la dependencia. “Una vez se desapareció una semana. Después de buscarla y de llamar a los amigos, me tocó ir a sacarla de un estadio. Cuando la encontré, tenía los dientes y las uñas negros de tanto drogarse…Parecía que no había comido en días, porque estaba muy delgada y acabada. No podía reconocerla. Después de eso la internamos en un hospital para su tratamiento”.
Detrás de los vidrios del salón lúdico del único centro público de Quito aparecen las siluetas de los pacientes que siguen terapias.
Se trata de los 54 internos. Carlos Vallejo es doctor en psicorehabilitación y trabaja con ellos. Mientras los chicos estaban en las charlas de motivación, él reconoció que hay un déficit de especialistas en el tratamiento de adicciones. Pero dice que un psiquiatra está preparado para afrontar este tipo de problemas de salud. “Existen manuales para atender a este tipo de pacientes y así se logra cubrir la demanda de gente que acude a tratarse”.
En otro centro público, los médicos también reconocen el déficit. “Se requiere capacitar a los médicos que trabajan en este momento. Los que manejamos el tema de narco dependencia recibimos un módulo académico sobre esta temática”, señala una psiquiatra.
Carlos Velasco es presidente de la Comisión de Salud de la Asamblea. Él está al frente de la nueva Ley de Drogas y dice que el combate represivo a las drogas no ha dado resultado y que se requieren políticas de prevención. Pero advierte que en la red de salud pública, hay pocos psicólogos y psiquiatras especializados en adicciones.
La madre de Carolina casi no ha escuchado sobre la nueva Ley. Lo único que sabe es que solo en un centro de rehabilitación pagó USD 6 000. La mitad lo pagó con la tarjeta de crédito.
En contexto
Hasta octubre del 2014 se clausuraron 105 centros privados en los que se trataban adicciones a las drogas. Unos fueron cerrados porque no contaban con los permisos de funcionamiento y, según el Ministerio de Salud, en otros lugares hubo violaciones a los DD.HH.