Cosas del cine. Por segunda semana consecutiva muchos espectadores se frustraban porque las entradas a ‘2012’ estaban agotadas.
Pero quienes iban a las cintas del festival de cine independiente Quito te muestra, podían elegir con tranquilidad dónde sentarse.
Quienes llegaron media hora antes a la función del sábado de ‘El secreto de sus ojos’, en el CCI, encontraron que la fila era bastante corta. Cuando la proyección comenzó, solo la mitad de los asientos estaba ocupada. Incluso, algunos de los asistentes se revelaban en sus conversaciones como espectadores frustrados de ‘2012’, sin mucha idea de lo que iban a ver en la muestra.
El domingo, en la proyección de la misma cinta en el centro comercial Condado Shopping, la figura era similar: filas holgadas para Quito te muestra.
Pero que el público no haya sido abundante para esas cintas en comparación con la megaproducción estadounidense ‘2012’ no tuvo nada que ver con la satisfacción de los espectadores.
A la salida, tanto en el Condado Shopping como en el CCI el panorama era similar: personas que no dejaban de comentar sobre la cinta de Juan José Campanella, la más exitosa de este año en Argentina (ver puntuales), nominada a varios premios y reina indiscutible de la taquilla.
Todo el silencio que reinó durante la proyección -interrumpido en los momentos cómicos por alguna carcajada- se rompió apenas las luces se encendieron.
Cuatro amigos argentinos, el sábado en el CCI, se deshacían en elogios a la cinta en la cafetería del segundo piso. “Yo no la alcancé a ver en la Argentina. Pero estaba loco por verla”.
Ellos comentaban con alegría y con algo de nostalgia por la producción de cine de su país. Pero también su diálogo estaba salpicado con historias de la dictadura. La violencia sin razón y la inseguridad que Argentina soportó desde mediados de los años setenta se refleja en la cinta como una sensación cada vez más profunda y angustiante.
Dos cosas fueron muy repetidas en los pasillos, rumbo a las escaleras. La primera, lo injusto de la manipulación de la justicia en nombre de la conservación de un gobierno de mano dura. La segunda: las actuaciones. Había muchos encantados con las actuaciones de Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago y Guillermo Francella (sí, el actor argentino reconocido por sus papeles cómicos, en un rol dramático). Una señora dijo, a la salida de la proyección, que parecía mentira que Darín fuera aquel “muchachito ojiazul que sufría por Andrea del Boca en Estrellita Mía (una telenovela que se vio en Ecuador en los ochenta)”.