Redacción Cultura / AFP y DPA
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La última pregunta, la que estarán esperando los seguidores más acérrimos de Millennium es esta: ¿Qué va a suceder con el borrador de la cuarta entrega, que se encuentra en posesión de Eva, su compañera? “No quiero prostituir su legado, ya pensaré en ello cuando tenga una idea brillante. Sí, he escrito un libro contando el año tras la muerte de Stieg. Sobre unos hombres que también odian a las mujeres”, dijo.
Tímido y retraído al principio, Larsson se abría a sus amigos y le gustaba hablar con ellos hasta altas horas de la madrugada.
Kurdo Baksi y él trabajaron juntos en revistas antifascistas. Allí empezó a fraguarse Millennium. La pensó desde los años noventa.
Lisbeth Salander será la heroína del siglo XXI. Y talvez del XXII. Stieg Larsson logró crear un personaje perdurable. No existen circunstancias -ni del tiempo ni del espacio- que hagan dudar de esa joven de 25 años que ha sido violada y violentada en su infancia ni tampoco dudar de su genio. Lisbeth Salander es la mujer que uno siempre quiso conocer y nunca conoció.
Larsson tuvo el acierto de crear una mujer que es el símbolo no solo de la mujer de su tiempo, sino de su tiempo mismo. La trilogía Millenium es la síntesis del tiempo que les ha tocado vivir a quienes han presenciado el fin del milenio.
La trilogía, que ha vendido más de 10 millones de copias en todo el mundo, en seis lenguas, fue escrita desde 2001.
Larsson no tenía conciencia de lo que hizo. Ni aun poco antes de su muerte, después de haber dejado la tercera parte de su saga policial en la oficina de su editor, supo que iría a convertirse en un fenómeno editorial mundial. Escribía libros por diversión, como a él mismo le gustaba decir.
Su trilogía era algo que tenía en mente desde los años noventa. En una entrevista publicada en el sitio web que sus fanáticos abrieron, Larsson recuerda que el inicio de su trilogía se debió a un incidente meramente casual. “Kenneth A. de TT (la agencia de noticias central de Suecia) y yo estábamos sentados con los brazos cruzados cuando empecé a escribir un texto sobre los viejos Hernández y Fernández de Tintín. Fue muy divertido, y estuvimos discutiendo acerca de cómo escribir sobre ellos ahora que con 45 años se enfrentaban a su último misterio. De ahí es de donde surgió la idea, pero al final acabó siendo otra cosa”. El personaje de Lisbeth Salander, el mayor mérito literario de la obra, nació a partir de una serie de televisión.
En América Latina el programa de ‘Pipi medias largas’ se popularizó en la década de los setenta. Larsson tomó a la niña del programa como un molde para crear a la mujer que protagonizaría su famosa serie.
Así lo confesó Larsson: “En lugar de eso tomé a Pippi Langstrump. Pensé: ¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. La convertí en Lisbeth Salander, de 25 años, una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto”.
La vida tiene paradojas. La pareja que lo acompañó durante más de 20 años, Eva Gabrielsson, nunca pudo disfrutar de los réditos que la serie finalmente le reportó a Larsson. Nunca registraron su compromiso sentimental frente a las leyes de Suecia. Su oficio de periodista de investigación no le permitió establecer una vida corriente.
Ahora, luego de que las regalías de su obra alcanzan cerca de 24 millones de euros, la viuda de Larsson ha tenido que vérselas con una agria disputa legal con el padre y el hermano del autor. Ella, testigo de la génesis de la novela, sabe las duras dificultades que hubo.